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En defensa de la ropa usada

PAULOVICH © 2009 by Paulovich

UNO DE LOS GRANDES PROBLEMAS NACIONALES QUE varios gobiernos no han podido resolver hasta la fecha no es la reintegración marítima, la unidad regional del país, ni la política más adecuada en materia petrolera, sino la internación de ropa usada, generalmente americana, en todos los mercados del país. Sobre un tema tan trascendental hablé con mi tía Restituta viuda de Batistuta, noble viuda de un guerrero, quien vive en Suecia.


—Tía querida, qué gusto de escuchar tu escandinava voz después de mucho tiempo de ingrato silencio.


—Aquí me tienes en Estocolmo, querido sobrino, vendiendo nabos a los escandinavos y ganándome la vida honradamente. ¿Y qué haces tú en nuestra lejana Bolivia?


—Te cuento que aquí la vida está muy difícil pues tengo que trabajar de día y ayudarme de noche.


—Aquí en Europa, solamente hacen eso algunas chicas que se echan a perder, aunque mejor sería decir que se echan a ganar…


—Así es la vida, tía Resty, ahora me dedico a la venta de ropa usada que llega desde los Estados Unidos, tarea que realizo durante el día y a escribir para algunos periódicos durante la noche, y cuando salgo calculando que llega la nocturnidad doy clases de tango en mi academia particular que funciona en El Alto.


—Toda tu actividad me gusta menos la de vender ropa usada a nuestros paisanos.


—Pues es la mejor de mis labores, aunque la más incomprendida, pues hay mucha gente que se opone al pensar que destruimos la industria nacional que ofrece productos regulares aunque más caros.


—Eso es verdad, todos deberíamos consumir primero lo que se produce en el país.


—Es que en países como el nuestro, donde la pobreza es casi general, el argumento que se impone es el precio barato.


—¿Y se puede saber qué ropa usada es la que vendes a nuestros compatriotas…?


—Vendo de todo: trajes para caballeros que les encantan a los cholos para lucirlos en sus fiestas y presteríos, misas, entierros y promociones. Trajes para damas y que llevan etiquetas famosas como de Bloomindale; buzos deportivos para k’achamozos que ahora presumen de ser ex alumnos de la Universidad de Notre Dame sin haber pasado por la “U” de El Alto. Y también vestidos de calle para señoras de bajos ingresos, como también abrigos newyorquinos y blusas primorosas de Miami y Boston.


—O sea que la población mayoritaria de nuestras ciudades utiliza ropa usada made in USA.


—Ésa es la verdad, tía Resty. Ya no ves en nuestros pueblos y ciudades mendigos harapientos que lucían trajes remendados como hace años.


—¡Qué bien, sobrino! Ojalá yo pudiera vender nabos bolivianos a las escandinavas.

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