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Los ayllus son intocables



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, Miércoles, 2 de junio de 2010

Por encontrarme muy ocupado durante la pasada semana, pues estuve dedicado al cumplimiento de mis deberes religiosos y folklóricos en la fiesta del Gran Poder, suspendí por varios días mis clases de tango a señoras y señoritas de la alta sociedad alteña y dejé de asistir al naiclú Malena, donde dialogo con sobresalientes ciudadanos alteños, seguidores fanáticos del alcalde masista, señor Patana, y con mis amigos yatiris, amén de las pobres chicas del estriptís.

Anoche retorné a mis actividades habituales y me enteré de que, debido al intenso frío invernal que castiga a El Alto, las chicas del elenco estable sólo se desnudarán hasta la mitad, o sea de la cintura para abajo, protegiendo el resto con gruesas chompas de lana.

Al ver a mis amigos yatiris Calimán y Titirico, les pregunté a quemarropa qué opinaban acerca del bullado caso de los ayllus de Uncía, donde los originarios del lugar lincharon a cuatro policías, quemaron sus cuerpos con gasolina y los enterraron en cerros de la vecindad, negándose a entregar esos restos a los parientes de las víctimas. No satisfechos con semejantes delitos, declararon a la región “zona roja” donde no podían entrar autoridades policiales ni judiciales, decretando para todos los habitantes “la ley del silencio”.

Esa relación espeluznante de los hechos no inmutó a los yatiris, diciéndome Titirico:

“Son hechos de violencia que ocurren en cualquier país y luego retorna la calma y todo vuelve a la normalidad”.
Al escuchar mi relato, las chicas que bailan en el Malena comenzaron a temblar, no sé si por el frío de la noche o por lo salvaje de los hechos, tranquilizándonos Calimán cuando nos dijo:
“Ya viajaron a esa zona los ministros Sacha Llorenti y Coca que tranquilizarán a la zona mencionada y aclararán las razones de tales hechos, aclarando que éstos no obedecen a determinaciones de la justicia comunitaria”.
Alguien preguntó si entre la concurrencia había algún experto en justicia comunitaria y si alguien conocía algún código en aymara o en quechua con principios y leyes que normen el funcionamiento de los tribunales comunitarios, pero por desgracia nadie conocía nada porque no estábamos en ningún territorio de letrados o de kelkeris, sino en un naiclú alteño.

Un simpatizante del alcalde Patana nos dijo que él no sabía nada de justicia comunitaria, pero que una noche sus vecinos le llamaron porque habían pillado a un delincuente que robaba garrafas y televisión y que era necesario sancionarlo para escarmiento de los demás. Contó que lo capturaron, lo pegaron entre todos, lo mataron y lo quemaron. Y que los vecinos le dijeron que eso era la justicia comunitaria.

Decidimos solicitar a los sabios originarios, que ahora hay muchos, nos expliquen los principios de esa justicia. Mientras tanto esperaremos las noticias acerca de los 007, los ministros Coca y Sacha Llorenti, a quienes el presidente Evo mandó a los cerros de Uncía donde fueron muertos cuatro policías.

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