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Secretos de las FFAA



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La Paz - Bolivia, Viernes, 5 de marzo de 2010

Seguí con mucho interés las idas y venidas de un fiscal al Cuartel General de las FFAA situado en Miraflores para conocer los archivos secretos de nuestra gloriosa institución, consiguiendo al final sólo la entrega de tres sobres con fotocopias de algunos documentos que no satisficieron a las personas interesadas.

Me dirigí al Gran Cuartel con la ilusión de poder entrevistar al Comandante en Jefe de los Archivos Secretos de las Fuerzas Armadas de Bolivia 1825-2000 y no pude traspasar la puerta principal custodiada —como corresponde— por centinelas y guardianes armados que apuntándome al corazón ordenaron “¡Alto!” y como yo soy bajito no hice caso e ingresé al recinto cuartelario.

Llamaron al Capitán de Guardia y un soldado respondió: “El Capitán de Guardia salió con su novia a comer fricasé”. Entonces una recia voz llamó: “¡Sargento de Guardia, preséntese en la puerta!”, y contestaron también gritando: “¡El Sargento de Guardia salió a hacer el mercado con la señora del Capitán de Servicios!”, después de lo cual un soldadito me dijo sonriendo: “Dentrá nomás, caballero, ¿a quién estás buscando?”. Le dije que deseaba conversar con el Comandante en Jefe de los Archivos Secretos, respondiendo el joven uniformado: “Ah, es un general kaibito que tiene más llaves que San Pedro, las tiene colgadas de su cinturón y no las afloja ni para ‘descomer’ (perdón, caballero). Es imposible que lo entrevistes porque él dice que también es secreto militar y que por lo tanto nadie puede verlo y menos entrevistarlo”.

Cuando le comuniqué en su oreja que yo soy periodista y que sentía mucho afecto y respeto por nuestras gloriosas Fuerzas Armadas, el soldado me dijo: “Entonces yo te voy a revelar a ti las cosas más importantes de nuestro archivo secreto porque yo conozco los documentos más importantes del Archivo desde la fundación de Bolivia hasta nuestros días comenzando por unas cartas del Libertador Bolívar a una chica que se llamaba Manuelita, unos papelitos con la letra del Mariscal de Ayacucho a una señora casada que vivía en Sucre; también he visto cartas de Melgarejo y hasta he tenido la suerte de ver un documento en el cual Bolivia declara la guerra a Alemania, Italia y Japón, guerra que la ganamos junto a nuestros aliados Inglaterra y Estados Unidos”.

Pregunté al soldadito si me podía enseñar esos documentos otro día y el uniformado me dijo: “Con todo gusto, pero tienes que venir de 3 a 5 de la tarde que es la hora en la que el Comandante de los Archivos duerme su siesta, momento en que le sacaré del cinturón las llaves y te muestro todo lo que quieras, hasta las últimas pruebas de nuestras compras de armamento y todo lo relacionado con la adquisición de nuestro satélite espacial que se llamará Túpac Katari”.

Salí del Gran Cuartel de Miraflores preguntándome: ¿Con quién habrá hablado ese fiscal que deseaba documentos del Archivo Secreto de las Fuerzas Armadas?

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