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El Diablo no duerme



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, Sábado, 20 de febrero de 2010

Ayer que fue el primer viernes de la Cuaresma, cumpliendo una vieja tradición paceña hice mi primera peregrinación al templo del Señor de la Exaltación, que se encuentra en Obrajes, y como vivo muy cerca y mi propósito era hacer un sacrificio cuaresmal, dormí la noche del jueves en el alojamiento Soledad de la ciudad de El Alto, desde donde partí como penitente.

En la ruta me encontré con muchos peregrinos jóvenes que habían convertido ese ejercicio espiritual y físico en una alegre excursión postcarnavalera con cantos folklóricos y algunos traguitos para combatir el frío, mientras yo entonaba canciones religiosas que iban desde el “Ave María” y “Adelante Apóstoles de Cristo, adelante siempre sin temblar…”.

De repente vi que marchaba junto a mí un señor parecido a Charles Bronson, por su recia postura y su clásico bigote, quien me saludó y me dijo: “Cómo estás, hermanito Vergara”, respondiéndole con seriedad que estaba equivocado porque yo no apellido Vergara. Continué mi peregrinación y otra vez apareció a mi lado el misterioso personaje, quien cordialmente me dijo: “No me estás reconociendo, hermanito, y olvidas que compartimos muchas veladas nocturnas en el Bar Chuma y también en el naiclú Malena”. Un tufillo a azufre quemado me dio la pauta y le dije valientemente: “¡Va de retro Satanás porque mi Ángel de la Guarda está conmigo!”.

Era el mismo Diablo y trató de abrazarme pero yo saqué un pequeño crucifijo que siempre llevo en el bolsillo y le dije: “No trates de tentarme en este mi primer viernes de Cuaresma y búscame mañana (hoy) que será Sábado de Tentación. El Diablo me respondió que cualquier día era igual para él, viernes, sábado y domingo, y que él trabajaba para perder a las almas en horario continuo y sin preguntar al débil pecador si es del MAS o neoliberal, o del Movimiento Sin Miedo.

Blandiendo mi crucifijo y el rosario de mi madre que recién me devolvió una chola prestamista, me enfrenté con el Diablo y le dije valientemente: “No te tengo miedo y puedes tentarme con lo que quieras”. El Diablo sonrió y me dijo: “¿No quisieras ser Magistrado de la Corte Suprema de Justicia o del Tribunal Constitucional o Fiscal en La Paz para acusar a los cruceños, o fiscal en Santa Cruz para juzgar a los paceños u orureños?”. Me reí de su tentación y le dije que no me interesaba ninguno de esos cargos.

También se atrevió a tentarme con algún buen cargo en la Aduana al asegurarme que seguiría dominando en esa importante repartición, pero también le rechacé porque considero más importante salvar mi alma que ganar mucho dinero mancillando mi buen nombre hoy transmitido a mis hijos y nietos.

Me tentó con muchas cosas más, hasta que en su desesperación llegó a ofrecerme cholas, tentación que me pareció grosera para un caballero de verdad, por lo que me vi obligado a sacar mi botellita de agua bendita que guardaba en mi bolsillo y se la eché, lo que le produjo grandes heridas y dolores, pues empezó a correr dando gritos y aullidos, no sin antes amenazarme con volver. Así que mucho cuidado, queridos lectores.

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