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Evo y los buscapegas

PAULOVICH © 2009 by Paulovich

En días pasados, el presidente Evo visitó la ciudad de Puerto Suárez, que limita con Brasil, para solemnizar un hecho relativo a la explotación del Mutún. Deseoso de conocer algunos detalles acerca de la explotación de nuestro hierro, me apersoné a la oficina de Asuntos Especiales que dirige la señora Hillary Mamani, justo en momentos en que ella hablaba telefónicamente con su jefe.

—Sí señor Presidente, habla usted con Hillary, ¿qué le sucede que lo escucho tan
angustiado?

—¡Socorro Hillary! Es que me están apechugando y me van a matar a besos y abrazos, y casi no puedo hablar ni respirar.

—Es que usted es muy popular y querido en todo el país, mucho más que Michael Jackson en Hollywood; usted es en Bolivia el Rey del Pop, el rey de la popularidad.

—Es que la multitud de hombres y mujeres ya me ha despeinado y estoy con los pelos en la cara, y me han arrebatado la camisa que vestía a pedacitos, y la gente se anda peleando por ellos.

—Es su popularidad, jefecito, y usted tiene que comprender la pasión de las multitudes y firmar todos los autógrafos que le exigen sus admiradores.

—No me piden autógrafos, sino pegas en cualquier ciudad del país, designaciones en YPFB y en cualquier oficina aduanera del territorio.

—Posiblemente la crisis sea muy honda y existan muchos desempleados...

—Es que no sólo me piden pegas, sino diputaciones y senaturías, como si yo fuera el dueño de este país y del Movimiento Al Socialismo, y hasta me piden pegas en Venezuela al saber que soy amigo del presidente Chávez.

—¡Qué barbaridad, señor Presidente, ¿y no tiene usted una patrulla de guardias que lo proteja de cariños tan exagerados?

—Mis guardaespaldas han sido rebasados y la multitud de simpatizantes sin oficio ni beneficio, y sobre todo sin pegas, me está asfixiando, y esta señora está tratando de arrebatarme mi cinturón y pronto se caerán mis pantalones.

—Eso no lo permita jamás, señor Presidente, defiéndase y deje de sonreír a sus
admiradores.

—Es que la sonrisa es mi mejor atributo. ¿Es que no tengo Vicepresidente, es que no tengo ministros y viceministros que puedan conceder empleos, embajadas, consulados, gerencias y asesorías, diputaciones y senaturías? ¡Socorro, me están quitando el cinturón y muy pronto me arrebatarán mis pantalones! Yo soy el Presidente de la República, respeten mis pantalones y mis calzoncillos, que no sirven para souvenir. ¡Socorro Hillary! ¡Avise a la prensa, llame a sus amigos periodistas para convencer a esta gente de que yo no soy el dios de las pegas!

—Justamente, aquí en mi despacho hay un periodista que me ha prometido una crónica para que los buscapegas y futuros parlamentarios busquen a otros personajes del Gobierno y les expongan sus peticiones.

—¡Socorro! ¡Señora, devuélvame mis calzoncillos!

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