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Empleados públicos disfrazados



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, Sábado, 17 de abril de 2010

El Viceministro de Interculturalidad instruyó a sus subordinados que los días lunes deberán presentarse a trabajar luciendo vestimentas típicas regionales como demostración de que en Bolivia existen muchas culturas. La medida me pareció bienintencionada y pintoresca e hice votos para que se generalizara en todos los ministerios, gobernaciones, alcaldías y también en la Presidencia de la República, Vicepresidencia y en la Asamblea Legislativa del Estado Plurinacional, Multicolor y Folklórico.

Deberíamos ser más auténticos no sólo en el vestir sino en nuestro pensar y en nuestras actitudes ante la vida para actuar más genuinamente en el accionar diario del trabajo, en la política, en el comercio, la industria y hasta en nuestra vida social.

¿De qué vale mostrar al mundo que Bolivia tiene un presidente indígena de raíz aymara y que no habla ni escribe en aymara ni tampoco en quechua, ni viste ponchos ni ojotas? Fraternalmente y con todo respeto —como él siempre dice en sus discursos—, yo le diría si le conociera que atendiera en el Palacio de Gobierno vestido de igual manera que los hombres de su raza, como acaba de sugerirnos a todos el viceministro de Interculturalidad, Miguel Peña, que tenía que ser beniano para recordarnos un poco la autenticidad, aunque sólo fuera los lunes.

Aunque no estoy bajo la jurisdicción administrativa del Viceministro mencionado ni tampoco soy charango de la ministra de Culturas, la señora Zulma Yugar, desde hoy seguiré la instrucción del alto funcionario vistiendo como un cholo cochabambino de acuerdo con las instrucciones de mi comadre cochabambina Macacha, elegante y próspera chola cochabambina. Felizmente, el cholo cochabambino viste casi igual que el cholo paceño, con la diferencia de que el cochala pega a su mujer todos los días, mientras que el paceño sólo lo hace los viernes cuando retorna a su casa con algunos tragos, luego del “cacho negro” que juega con sus amigotes en el bar Chuma y otros menos famosos.

Es que no soy un opositor cerrado a quien todo lo que hace el Gobierno le parece mal. También reconozco medidas buenas que son dignas de aplauso, como la que comentamos y que resulta un llamado suave a la autenticidad que todos deberíamos escuchar.

Vestido como cholo con mi traje negro, mi camisa celeste y mis zapatos amarillos y luciendo una corbata roja y negra fui a buscar a mi comadre Macacha, quien me pidió mi motocicleta Hardley Davidson para pasear y yo le dije: “Nada de motocicletas, hoy pasearemos montados en llamas, pues ‘la llama es la sobria compañera del aymara’, como dijo un gran poeta”, y paseamos en llamas por la tierra avara, mientras mis amigos yatiris continuaban asesorando a nuestros gobernantes para adquirir un avión francés de lujo y otro no menos caro ni sofisticado de fabricación rusa. Sin querer, me pasé en un instante a hablar de aviones de lujo cuando les estaba hablando de llamitas.

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