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Bailar cuesta mucha plata


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, sábado, 18 de junio de 2011

Anoche, luego de haber conversado largamente con mi protectora oficial acerca de los insólitos milagros que ella le solicitaría al Señor del Gran Poder por bailar en su honor durante más de 20 días, se me ocurrió preguntarle tímidamente la cantidad de dinero que le costaría su participación en esta fiesta semirreligiosa y semipagana.

Como no le gusta ser controlada por nadie en sus asuntos económicos, me dijo la cochabambina: “Dios pregunta menos y perdona más, así que le ruego, querido compadre, no indagar más sobre mis gastos de celebración de la fiesta de mi Jesusito del Gran Poder, porque yo tengo la seguridad de que él me devolverá con creces lo que me cuesta bailar en esta fiesta”.

Seguro de que no me revelaría el monto de sus egresos, le dije que cumpliendo mis labores periodísticas me había enterado de que la cuota para bailar en nuestra Fraternidad Los Siempre Negritos Simpáticos de Potopoto había subido una barbaridad, hecho que ella confirmó al revelarme que cuando ella fue a la secretaría de nuestra organización folklórica, le habían cobrado las cuotas de todo un año, sumadas a los gastos de inscripción para bailar mañana.

Le consulté con mucha suavidad si había pagado también mis cuotas, a lo que respondió: “Claro que sí, compadre, también pagué las suyas, aclarándole al Secretario de Hacienda que usted no es mi marido, sino mi acompañante contratado para ser mi guardaespaldas”.

Alegre por la posibilidad de cobrar algún dinero por sólo proteger sus joyas de oro de malhechores y maleantes extranjeros y nacionales, pregunté a mi comadre cuánto dinero me pagaría por cuidarle su espalda, sus orejas y su cuello, respondiendo la afortunada cochabambina: “¿Le parecería bien si le pago mil dólares semanales, corriendo por mi cuenta sus gastos de comida y bebidas…?”. Agradecí su magnanimidad y ella me entregó en mano propia 2.000 dólares, prometiéndole que no sólo cuidaría sus espaldas, sino todo su cuerpo y las joyas además.

Ya sin necesidad de hacerle otras preguntas, ella me contó espontáneamente que adquirió dos trajes folklóricos que le confeccionaron a su medida, porque había engordado bastante en los últimos tiempos debido a que yo soy muy gustoso y me antojo de todo cuando salimos juntos. No quiso revelarme el precio de sus trajes folklóricos ni de sus prendas interiores y calzados aptos para bailar en nuestras calles.

También prefirió callar el valor de las cuotas para pagar a la banda de música que nos alegrará hasta el mes de julio; al respecto me dijo: “Estos músicos cada año están más caros y se les ha subido los humos desde que Evo Morales es presidente”.

Mentalmente hice cuentas de todo lo que había pagado mi comadre Macacha para bailar en honor a Jesús del Gran Poder y me dije: “Menos mal que el Señor del Gran Poder le pagará ese dinero con creces”.

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