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Chapare, paraíso fiscal


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, domingo, 5 de junio de 2011

Dos invitaciones para eventos culturales que se realizarían este fin de semana llamaron mi atención, una me convocaba al “Penúltimo Convite de la Entrada de Jesús del Gran Poder”, que es un ensayo de los bailarines devotos que recorreremos la zona de Chijini hasta concluir en el lujoso Salón Ualdor Astoria, y la otra a un foro-debate sobre el tema “Chapare, paraíso fiscal” en el Bar Comercio (El Barco) de Cochabamba, auspiciado por el Ateneo Pericles que agrupa a eminentes pensadores cochabambinos.

Sabiendo que no puedo ir solo a ninguna parte por mi escasa visión, mi comadre Macacha me preguntó dónde iríamos, diciéndome:

“Yo creo, compadre, que no le conviene ir al penúltimo ensayo de la Entrada del Gran Poder, porque, como usted ve poco, cuando aparecen las bailarinas con sus falditas tan cortas, usted quiere aproximarse mucho para ver si llevan faldita o no. Y sus novios se enfadan y dicen que usted es un ciego pícaro”.
Por las palabras de mi comadre cochabambina, deduje que ella prefería acompañarme al foro-debate que se realizaría el sábado (ayer) en la ciudad del Rocha River y del Negro Guardia, quien fue de Cochabamba su Prefecto, de acuerdo con la sintaxis de los quechuas.

Nos dirigimos a la Llajta en avión, porque mi motocicleta Harley Davidson lleva placa clonada, título de propiedad falsificado, roseta de inspección adquirida de un policía que enamoraba con la Winonna y roseta del Seguro de 1996. O sea, un vehículo legalizado “a la boliviana”.

Como supondrán mis lectores, demoramos en llegar a Cochabamba cuatro horas más que si hubiéramos viajado en mi motocicleta, por demoras en la hora de salida del avión que tuvo que postergar dos horas su salida porque un ministro de Estado se había atrasado y el Presidente no quiso prestarle su avión que por algo se llamaba presidencial.

Llegamos muy tarde al foro-debate, aunque alcanzamos a escuchar al doctor Aristóteles Giorgiadis Quiroga, pensador greco-cochabambino, decir:

“¿A cuál de nosotros no nos gustaría vivir en la zona cocalera del Chapare? Todos los vehículos, desde las vagonetas de lujo hasta los karkanchos, están eximidos de impuestos… Macacha anotaba en su libreta todo lo que oía, diciéndome de rato en rato: “Eso es verdad, compadre, porque a mí me consta”.
Un ilustre tarateño que no apellidaba Rojas nos describió la realidad chapareña, donde todos viven felices, porque mientras Evo siga de presidente, nada ni nadie podrá inquietarlos, porque él es el máximo dirigente de las Seis Federaciones de Cocaleros del Chapare. También nos dijo el ilustre tarateño que en el Chapare no existen bancos y que sus ciudadanos trabajan sólo con bancos del exterior, donde son depositadas sus utilidades. Y como no hay bancos, no hay policías, y lo más bello: no hay impuestos sobre utilidades.

Nos alegramos de que en nuestro país hubiera al menos una zona donde los hombres son felices. Y al salir me dijo Macacha:

“Menos mal, compadre, que yo tengo seis catos de coca cerca de Ivirgarzama, de los cuales tres están inscritos a su nombre, y están actualmente alquilados”.
Agradecí el noble gesto de mi comadre cochabambina.

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