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Nueva moneda: la cocaína


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, martes, 14 de junio de 2011

Durante una semana tuve que dejar de escribir debido a un recrudecimiento en mis órganos visuales, pero felizmente fui atendido por mi comadre Macacha, quien luego de examinarme me dijo:

“No se preocupe, compadre, porque su verdadero mal está en los pies que se le entumecen con el frío y no le permiten continuar con su ejercicio diario de escritor y periodista…”.
Preocupado por su diagnóstico, le pregunté si creía que escribo con los pies, y ella me aseguró que ningún periodista puede escribir crónicas interesantes mientras sus pies están fríos.

Puso mis pies en agua muy caliente, procedió al pediluvio y luego los frotó con unas pomadas que ella fabrica en su casa y después los abrigó con unas medias de k’aitu y me condujo hasta mi escritorio para decirme:

“¡Hala! Póngase a escribir una crónica acerca de la necesidad de que el Estado plurinacional, multicolor y folklórico establezca un nuevo signo monetario para todas nuestras transacciones internas y externas: la cocaína”.

Con los pies calientes y la cabeza fría, recordé que cuando se anunció la amnistía al contrabando de vehículos que ingresaba en el país, contrabandistas poderosos aumentaron su actividad, denunciándose en el exterior que algunos de los vehículos llamados “chutos” fueron pagados no con dólares como antes se hacía, sino con kilos de cocaína fabricada y refinada en nuestro país.

Cuando comprobé la novísima transacción, pregunté a la única autoridad monetarista que conozco (que no es otra que mi comadre cochabambina) si el préstamo en dólares que me concedió para que nos divirtiéramos en dos carnavales de Oruro, yo se los tendría que pagar en cocaína, a lo cual mi pariente espiritual respondió:

“De ninguna manera, compadre, porque son contratos anteriores a la nueva moneda que regiría en el país y si usted no me paga en dólares, menos me pagaría en cocaína”.
Ignorando estas cuestiones monetarias, pregunté a la cochabambina si nuestras reservas en cocaína deberían ser depositadas previamente en las bóvedas del Banco Central de Bolivia, recibiendo una prudente respuesta:
“Me parece que al principio debería ser así, porque ¿dónde se guardan las muchas toneladas de cocaína incautada por las autoridades a quienes las fabrican, o a los que trafican con la droga? Recuerdo que antes eran incautadas y quemadas, pero hoy no se informa de sucesos similares. Yo creo que están en alguna parte y lo más justo sería que sean guardadas en las bóvedas del Banco Central de Bolivia, antes de que pudiera ser construido un nuevo Banco Central en la región del Chapare, con agencias en los Yungas (Coroico, Coripata, La Asunta, Caranavi y Apolo)”.

Aunque existen pocas probabilidades de que la cocaína pudiera sustituir al peso boliviano en pequeñas transacciones de orden doméstico, parece que, al menos informalmente, la cocaína como moneda nacional podrá servir para la adquisición de vehículos regulares y de lujo, y también para la adquisición de chalets y pisos de lujo en todas nuestra ciudades, porque la cosa está que arde y hay orden de no aflojar.

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