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La fiesta del Corpus Christi


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, jueves, 23 de junio de 2011

Anoche me habló mi Ángel de la Guarda y me dijo: “Ya está bien de tanto baile, de tanto jolgorio y de tanto coqueteo con el Dios Sol y la Pachamama, tiene que llegar el momento de la reflexión y me parece ésta una fecha oportuna porque mañana se celebra en todo el mundo católico el día de Corpus Christi”.

Mi Ángel calló y esta mañana, cuando vino mi comadre Macacha para preguntarme qué parte de mi cuerpo me dolía para llamar a un especialista, le respondí que no me dolía nada y ella se asustó creyendo que yo había entregado la herramienta para siempre; cuando comprobó que estaba vivito y coleando, se alegró y me pidió que alistara mis mejores galas porque hoy es Corpus Christi e iríamos juntos a la Procesión del Santísimo Sacramento.

Pregunté a mi pariente espiritual qué relación tenía el vestir buenas pilchas con la procesión que se realizaría en todas nuestras ciudades y en todos nuestros barrios, respondiendo Macacha que desde que era niña había escuchado decir a los cochabambinos: “Corpus Christi, Corpus Christi, cuando todo k’ara se viste”.

Entonces, vistiendo mis mejores galas adquiridas en la Feria 16 de Julio de la ciudad de El Alto, casi todas marca “Usadi”, tomé del brazo a mi comadre y nos fuimos al templo de la Exaltación en Obrajes, para participar en la Procesión de la Santa Hostia guardada en una artística custodia.

Miré al gentío del cual formábamos parte y estábamos todos: santos y pecadores, con excepción de nuestros gobernantes que no asisten a actos cristianos porque nuestro Estado Plurinacional, Multicolor y Folklórico es laico. Cuando le conté este hecho a mi abnegada protectora, Macacha se santiguó y exclamó: “¡Pobres almas que renunciaron a besar la santa Cruz y prefirieron levantar el puño amenazador”.

Mientras avanzaba la multitud cantando himnos de amor y paz detrás de la hostia consagrada, no pude menos que decir a mi acompañante cochabambina: “Acuérdese, comadre, que hoy ,en todas nuestras ciudades y pueblos, Jesús, presente en la hostia, es seguido por millones de paisanos nuestros, amado y bendecido sin repartir dólares venezolanos ni campos de fútbol con césped sintético”.

“Así es, compadre”, dijo Macacha y comenzó a cantar con todos los fieles cristianos que hacían multitud con nosotros, algunas estrofas que yo canté cuando era niño: “Cristo es el Rey de la Naciones, los pueblos son sus esclavos, los reyes son sus vasallos. Él manda, Él reina. Él es Dios…”.

Al concluir la procesión de la Santa Eucaristía, nos sentimos limpios de alma y de corazón luego de haber cometido desvaríos tales como buscar la alegría bailando ocho kilómetros ayudados por galones de cerveza y después haber viajado a Tiwanaku para coquetear con la Pachamama y haber buscado energía cósmica en los primeros rayos del Dios Sol, en el año nuevo 5519.

Aquellas fiestas nos hicieron mal. La fiesta del Corpus Christi nos llenó de alegría y felicidad espiritual. Ese momento recordé al poeta francés Paul Claudel quien dijo: “Sólo hay una tristeza, y es la de no ser santos”.

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