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Concurso de acusadores



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, domingo, 05 de septiembre de 2010

Nunca fui muy aficionado a la celebración del “viernes de soltero”, arraigada costumbre boliviana a cuyo conjuro se reúne un grupo de amigos para celebrar un efímero y falso solterío que casi siempre termina en horas de la madrugada del sábado, cuando los festejantes concluyen arrodillados ante la mujer y cantando como en Copacabana o Urkupiña los versos que dicen: A vuestros pies, madreeee, llega un infeliz, cargado de angustias y de penas mil.

Por esa razón, el último viernes monté en mi motocicleta Hardley Davidson y fui a buscar a mi comadre Macacha, que no es mi mujer ni mi novia ni mi amante y me presta plata, y con eso tengo bastante, parafraseando una copla española. Llegado a su casa y mostrándole mi bella moto, le dije con galantería: “Maneje usted mi moto, comadre, pero póngale gasolina porque no tiene una gota y présteme unos pesos que deberá usted anotar en la cuenta del notario”.

Generosa como siempre, cumplió con mi pedido y nos dirigimos al naiclú Malena de la ciudad de El Alto, donde los buenos y alegres ciudadanos celebran la noche del viernes con el nombre de “viernes vernacular”, como prueba de respeto a las costumbres originarias.

La sala principal del Malena, rebosada de un respetable público vernacular donde reinaba la alegría y el respeto mutuo, pues las señoras y señoritas pagaban la cuenta de sus acompañantes varones y eran ellas quienes nos invitaban a bailar, como siempre debería ser porque he comprobado que los varones tímidos somos muchos.

Todo iba maravillosamente hasta que aparecieron los yatiris medio tundikis luego de asistir a una reunión de la Conalcam que no sé qué decir, pero allí sólo están los que roncan fuerte en el nuevo Estado Plurinacional, Multicolor y Folclórico. Los brujos andinos, al ver mi moto Hardley Davidson estacionada en la puerta, se pusieron a despotricar contra el Dr. Chito Valle, ex prefecto de La Paz, y comenzaron a acusarlo de todo, abriéndose un concurso de acusadores que fregó la fiesta que estaba tan hermosa, tan alegre y tan barata.

Aprovechando de que Chito Valle se halla encarcelado en San Pedro, los parroquianos alteños que asistían al viernes vernacular lo hicieron “ancho” y lo acusaron de muchísimos delitos de malversación cuyo monto sobrepasa los 100 millones de dólares, dinero que es irrecuperable y que —según el acusador— pertenecía a todos nosotros. Otro lo acusó de poseer diez motocicletas Hardley Davidson y de tener casas en todas las ciudades de Bolivia, otra en Miami y otra en Buenos Aires. Otro acusador dijo en su mamadera que el Chito Valle no era médico y que sólo chupaba sangre de los pobres para venderla en el exterior, y un alteño desconocido lo acusó de no saber nadar aunque nadaba en la abundancia. Como el concurso de acusadores fregó esa fiesta tan alegre y tan barata, la saqué a mi comadre Macacha del Malena no sin antes decirle que no que no hay nada que me disguste más que escuchar la voz de los acusadores, porque siempre está teñida con el color de la envidia, y quien esté libre de pecado que tire la primera “k’ala”…

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