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La Caperucita y el Lobo



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, miércoles, 29 de septiembre de 2010

El presidente de la República, señor Evo Morales, ha manifestado su decisión de no asistir a la Cumbre Hemisférica de Presidentes que se realizará en Buenos Aires el próximo mes de diciembre si en ella participa el señor Porfirio Lobo, presidente de Honduras.

Al leer en voz alta esta noticia a mi comadre Macacha para ampliar su horizonte noticioso, la buena cholita cochabambina me comentó con la sencillez que le caracteriza: “Bien tirado, compadre, cómo podría la Caperucita Roja ir a una reunión si en ésta va a estar el Lobo que se comió a su abuelita”.

Me interesó esta versión criolla de la fábula clásica y pedí con mucha dulzura a mi pariente espiritual que me contara su propia versión de la fábula de Perrault. Y ella no se hizo de rogar.

“Dicen, pues, que en tiempos pasados vivía en un pueblo del altiplano una niña muy buena que se llamaba Caperucita, quien tenía una abuelita bastante pícara que vivía en Achacachi, donde la enamoraban unos hombres calificados de feroces, siendo el más célebre de todos un bandido llamado el ‘Wila Saco’ porque siempre vestía una chaqueta roja y que un día mató a un señor que apellidaba Álvarez Plata, quien pertenecía a una familia muy conocida de movimientistas.

“Antes del famoso ‘Wila Saco’, los achacacheños eran hombres pacíficos que seguían mansamente a un famoso político como era Don Bauti, por lo que recibieron el cariñoso título de ‘las ovejas de Achacachi’, que no eran mansas ni lanudas, sino bravas y luchadoras.

“Después del suceso protagonizado por el ‘Wila Saco’, allá por los años 50, los hombres de Achacachi seguían siendo importantes y en vez de vestir con chaquetas rojas inventaron una nueva moda: los Ponchos Rojos, una vestimenta indígena que causó furor entre las chicas y señoritas de ese tiempo, entre las que se hallaba la abuelita de Caperucita y provocaba a los mozos del lugar y ayllus vecinos.

“Caperucita quería mucho a su abuelita, y como le gustaban mucho los Ponchos Rojos, iba desde su pueblito orureño hasta Achacachi con cualquier pretexto, siendo el mejor que iba a ver a su abuelita bailando con los Ponchos Rojos hasta que supo que un lobo se la comió”.

Hasta aquí la versión del cuento Caperucita Roja que le habían contado. Sorprendido ante su versión, pregunté a Macacha qué tenía que ver toda la historia que me contó con la decisión del presidente Evo de no asistir a la Cumbre Hemisférica que se realizará en Buenos Aires si asistía a ella el presidente de Honduras, señor Porfirio Lobo.

Macacha me respondió: “Es que para mí el presidente Evo es una Caperucita Roja que, al saber que su abuelita fue comida por un lobo feroz, no quiere estar en una misma reunión con Porfirio Lobo y yo también me voy de tu casa porque me estás mirando con ojo de lobo y estás a punto de preguntarme por qué tienes la boca tan grande, los dientes tan grandes y las orejas tan grandes...”. Qué le vamos a hacer, son cosas de Macacha y no hay que hacerles mucho caso.

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