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Día Internacional del Turismo



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, martes, 28 de septiembre de 2010

Ayer se celebró el Día Internacional del Turismo y me enteré de que, según la Cámara de Turismo, esa importante actividad había caído en nuestro país en un 30 por ciento, lo cual me llenó de tristeza porque en otros países, incluidos vecinos nuestros, incrementa la riqueza y proporciona trabajo a los naturales de un territorio.

Me hallaba sumido en esa preocupación cuando llegó a mi casa mi tío Huebastián, a quien abracé cariñosamente y le dije como siempre: “Querido tío Huebas…”, a lo que él repuso inmediata y enérgicamente: “No me llames Huebas porque mi nombre completo es Huebastián”, por lo que le pedí disculpas pues mi intención no fue ofenderlo.

Inmediatamente puse en su conocimiento el motivo de mi preocupación, y comenzó por decir: “Es que no sabemos aprovechar de nuestras riquezas naturales para mostrárselas a los viajeros del exterior y los llevamos a ver nuestros lagos y ríos teniendo cosas mejores y únicas en el mundo”. Me citó, por ejemplo, nuestra Asamblea Legislativa.

En principio me molestó la sugestión de mi pariente porque al fin y al cabo dicha asamblea está compuesta por ciudadanos respetables y elegidos por el voto ciudadano.

Al darse cuenta de mi rechazo inicial, mi tío Huebastián me aclaró su propuesta y dijo: “No me refiero a todos los legisladores, sobrino, sino a algunos que podrían despertar el interés de los turistas, siempre y cuando se los pueda aprovechar con un eslogan que podría decir: ‘Visite las Cámaras Legislativas y conozca a personajes que sólo saben levantar la mano’”. No me pareció muy interesante la moción de mi tío Huebastíán y hasta pensé por un instante que merecía llamarse Huebastián.

Me gustó más su proposición de convertir a nuestras cárceles en objetivos turísticos dignos de ser visitados por viajeros de otros continentes pues las de Américas Latina son muy parecidas.

Mi tío Huebastián alabó al régimen de vivienda que rige en los penales bolivianos y que se basa en un sistema de alquileres de acuerdo con la comodidad que ofrecen las celdas. También alabó el régimen de alimentación, pues allí algunos presos comen a la carta en sus propias celdas donde se sirven platos variados que son preparados por expertos cocineros que también cumplen prisión y se ganan la vida honradamente.

Los turistas quedarán maravillados al comprobar que en pleno encierro se realizan parrilladas, picanteadas, etc., cuando llegan los cumpleaños de los reclusos. El poder visitar nuestras cárceles podría ser motivo de atracción turística para tratar de remediar este bajón que ha sufrido Bolivia al ofrecer paisajes bolivianos.

Las visitas al Chapare también deberían ser promocionadas por las agencias del turismo a nuestro país, aunque mi tío Huebastián incluyó en su propuesta cursos breves de acercamiento a la coca y sus derivados. Moción que parecería interesante pero peligrosa en alto grado. Total: el nombre de mi tío Huebastián sigue pareciéndome muy largo y es mejor que la siga llamando Huevas, como siempre.

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