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Los que están en el árbol



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, domingo, 03 de octubre de 2010

Por consejos de mi comadre Macacha, quien controla mis ingresos y mis egresos económicos, esta semana no acudí a las sesiones musicales, culturales y folclóricas que se realizaron en el naiclú Malena pasando cuatro jornadas al vulgar afán de trabajar para ganar dinero, pero al llegar “el viernes vernacular” ella me dijo que le escocían las plantas de los pies para bailar unas cumbias, mensaje que me contagió su escozor pedestre y ambos nos dirigimos a la ciudad de El Alto montados en mi motocicleta Hardley Davidson a cien por hora y con sus polleras al viento.

El Malena brillaba en todo su esplendor y reinaban la alegría y el entusiasmo porque estábamos a comienzos de mes y todos habían cobrado sus sueldos, menos yo; al mirar mi carita de tristeza, mi comadre pidió una botella de “champú” a su cuenta y anunció que el 2 de octubre se celebra en Cochabamba el Día del Árbol y era menester brindar por el árbol, sobre todo los que estaban en el árbol del Poder hace más de cinco años.

Mi amigo el yatiri Calimán, que recién había retornado de New York, donde asesoró diplomáticamente a nuestra delegación que asistió a la Asamblea de las Naciones Unidas, levantó su copa de “champú” y me dijo desde su mesa: “Oh my God, Paulino darling, querido friend, levanto mi copa de bourbonn and seven up por los que estamos en el árbol trabajando en este proceso de cambio”. Quise aclarar que yo no estaba en el árbol, pero Macacha me dijo en la oreja: “Callate nomás, waway, porque si no la gente va a creer que eres un desgraciado”.

Un ilustre empleado de la Alcaldía de El Alto, dirigida por el señor Patana, brindó por “el maravilloso instrumento del Poder”

—como le llamó el doctor Víctor Paz Estenssoro— y me recordó que después del Día del Árbol se recuerda la fecha de nacimiento del ex-Presidente porque —según dijo— primero es el Día del Árbol y luego el Día del Mono”.

La euforia de la fiesta por el Día del Árbol en todos aquellos que estaban en el árbol, era indescriptible y no faltó un fanático de Patana que llenó de “champú” la zapatilla de una chica del estriptís y escanció el licor en un gesto caballeroso.

Macacha me arrancó de los brazos de una bailarina peruana y me llevó a otra mesa donde me hizo leer un titular que abría la página primera y que decía: “Congreso destinó Bs 71 millones a viáticos y gastos ‘extra' en cinco años”, y el subtitular decía así: “¿Austeridad?. Los gastos de representación fueron avalados por los presidentes masistas del Legislativo”.

En medio de mi entusiasmo, convertí esa suma en dólares y eran solamente diez millones de dólares.

Macacha dijo que era mucho dinero despilfarrado, pero como soy botarate y andaluz dije a mi comadre Macacha que así se gasta la plata cuando se llega al árbol del Poder.

Macacha se dio cuenta de que yo estaba algo “mameid” y tuve que abandonar la fiesta en el Malena luego de que ella pagó toda la cuenta, como corresponde a una buena y generosa cholita cochabambina.

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