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Un rescate emocionante



© by Paulovich



La Paz - Bolivia,jueves, 14 de octubre de 2010

No pude sustraerme a la emoción general que produjo el rescate de 33 mineros que habían sido sepultados por un derrumbe el 5 de agosto pasado y para vivir ese hecho noticioso dejé a un lado mi sagrada obligación de escribir para trasladarme al naiclú Malena de la ciudad de El Alto, donde un televisor de pantalla gigante nos permitiría apreciar las imágenes de esa operación que conmovió al mundo.

Es que mi comadre Macacha tiene mejor olfato periodístico que yo y me dijo aquella tarde: “Compadre, no podemos perder detalle de este rescate y debemos unir nuestras energías para colaborar el salvamento de esos mineros, entre los cuales está Carlos Mamani, que es un trabajador boliviano”. Esas palabras fueron suficientes para convencerme y decirle: “¡Meta cumbia, comadre! Aquí tiene usted mi motocicleta Hardley Davidson para que nos conduzca hasta el desierto de Atacama”.

En pocos minutos llegamos a El Alto, dirigiéndonos directamente al Malena, cuyas instalaciones ya estaban repletas de público, donde sobresalían mis amigos yatiris Calimán y Titirico, figuras de la intelectualidad alteña, partidarios del alcalde Édgar Patana, señoritas del estriptís todavía con abrigo porque hacía mucho frío y parroquianos anónimos que escuchan nuestros diálogos y luego se los cuentan al ministro de Gobierno, señor Sacha Llorenti, primo de Sofía Loren ti.

Los yatiris ya habían instalado toda la parafernalia brujeril para comunicarse con la Pachamama y solicitarle que permitiera el retorno a la vida del minero Carlitos Mamani y de sus 32 compañeros chilenos.

Mientras los yatiris preparaban sus mesas de ofrenda a la Pachamama, los intelectuales alteños, Macacha y yo intercambiábamos conocimientos acerca de los adelantos técnicos y científicos que algunos países brindaron a Chile para el éxito de esta operación, mientras los yatiris sostenían que todo dependería de la bondad y licencia de la Pachamama, palabras que molestaron a mi comadre Macacha, quien me dijo en la oreja: “Estos crudos no saben que Chile nos lleva una ventaja de cien años en materia de progreso técnico, social y político y siguen quemando hierbas y carbones a la Pachamama”.

Como la espera se hizo muy larga, mi comadre me tapó con su manta y me permitió echarle una pestañada, luego de lo cual me dio un codazo en las costillas y me dijo: “Despiértese, compadre, porque ahora sale el minero boliviano Carlitos Mamani”.

Abrí mis chaskañawis y vi a nuestro paisano abrazando a su mujer y al presidente de Chile, señor Piñera.

Como el presidente Evo Morales le había prometido al Presidente chileno que acudiría a recibir a nuestro compatriota minero Carlos Mamani, pregunté a mi comadre Macacha dónde estaba nuestro Mandatario, respondiéndome uno de los brujos andinos (yatiris): “No aparece en mi pantalla, pero tal vez se encuentre con el presidente Chávez o del presidente Correa, arreglando el mundo a su manera”.

Felices de haber contribuido con nuestras ofrendas a la Pachamama para salvar al minero Carlos Mamani y sus compañeros chilenos, retornamos a la ciudad bajo una lluvia torrencial.

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