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La Huyustus y la Navidad



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, martes, 16 de noviembre de 2010

La semana pasada, mi consejera económica y financiera Macacha viuda de Racacha me llevó de la manito a la calle Huyustus sin hacer caso a mi solicitud de que fuéramos en mi motocicleta Hardley Davidson porque —según ella— las motos y los automóviles no “dentran allí porque es una calle peatonal”.

Según mi pariente espiritual, la Huyustus es el centro comercial de la ciudad de La Paz y sus brazos operativos son las calles Eloy Salmón y León de la Barra, de donde se nutren todos los feriantes que hacen de esta ciudad una inmensa feria navideña que llega a los cuatro puntos cardinales de esta villa mestiza.

Una cuadra antes de llegar a la famosa calle, mi comadre me dijo: “Entrégueme toda su plata, compadre, porque aquí abundan los y las ‘descuidistas' que le robarán el dinero de sus bolsillos en un santiamén”, entregándole todos los pesos que obtuve al cambiar los euros de la remesa que me envió mi esposa desde España. Ella metió mi dinerito entre sus ñuñus, que así llaman las señoras de pollera a sus glándulas mamarias, asegurándome que es el sitio más seguro para proteger nuestros caudales.

Mientras saludaba a sus amistades y “conocidas” del centro comercial me sorprendió ver en la puerta de muchos locales avisos sellados por las autoridades de la Aduana y de Impuestos que anunciaban su cierre temporal por no extender facturas. Escuché las conversaciones de Macacha con algunas comerciantes de la Huyustus y de la Eloy Salmón protestando contra las autoridades impositivas del país, manejadas por el ministro de Economía, el señor Arce, a quienes acusaron de atentar contra los pobres que acuden a la Huyustus y a la Eloy Salmón para adquirir sus obsequios de Navidad a precios más baratos en esta época de crisis.

Macacha, a tiempo de sacar algunos pesos que guardaba entre sus ñuñus, pues yo había adquirido juguetes y ropitas para mis nietitos que todavía son wawachas, dijo a sus amigas comerciantes, contrabandistas posiblemente: “Pareciera que algunas autoridades quisieran hacer más triste aún la Navidad de los bolivianos a quienes ya no nos alcanza el dinero para sobrevivir y por eso están atacando a la Huyustus y a la Eloy Salmón. A nosotros no nos interesan las facturas, lo que los pobres queremos es comprar unos regalitos que sean lo más baratos para nuestra economía”.

Mientras me medían unos calzoncillos en un puesto callejero, mi comadre cochabambina me presentó a sus amigas comerciantes de la Huyustus y cubriéndome con un periódico mis desnudeces les dije: “Mucho gusto de conocerlas, señoras, quiero decirles que me adhiero a su protesta y a la de mi comadre la señora Macacha, porque hace 60 años que compro mis obsequios de navidad en las calles y ferias de los contrabandistas porque son más baratos y siempre he sido pobre. Y así como yo, muchísimos bolivianos.

Además les cuento que la plata que recauda el Estado sirve para que el ministro de Economía, señor Arce, hubiera viajado al Mundial de Sudáfrica mientras nosotros mirábamos algunos partidos en los televisores instalados en la Eloy Salmón y también en la Huyustus. Hey dicho”.

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