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No comeremos, pero bailaremos



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La Paz - Bolivia,miércoles, 10 de noviembre de 2010

Al retornar de Cochabamba, donde mi comadre Macacha ofreció sin consultarme donar mi rodilla izquierda para trasplantarla a nuestro presidente Evo para que él pueda seguir jugando al fútbol y gobernando a nuestro país, nos quedamos el domingo en la ciudad de Oruro para asistir al acto de promesa de bailar en los carnavales en honor de la Virgen del Socavón.

Antes de ingresar al templo de la mamita del Socavón, mi comadre me reclamó por no haberle consultado mi decisión de bailar durante el Carnaval 2011, contestándole con la valentía que me caracteriza: “Tú tampoco me consultaste si yo estaba dispuesto a donar mi rodilla izquierda al presidente Evo”.

Mi pariente espiritual aprovechó la oportunidad para recordarme la deuda impaga que mantengo con ella desde el último carnaval y de la cual no le he pagado ni los intereses del primer mes, encontrándonos ahora en pleno mes de noviembre. Ante ese hecho irrefutable, sólo pude decirle que todo el país se encuentra en crisis y mucho más los periodistas pero que la pobreza no podrá conseguir que dejemos de bailar el próximo carnaval en honor a la Madre de Dios.

La cochabambina entró en razón y me dijo que ella también desea bailar durante el Carnaval 2011 y que le escuecen las plantas de los pies al igual que a mí pero que yo tendría que buscar otra fuente de financiamiento porque ella no se encuentra dispuesta a aflojar un solo dólar más si no le cancelo capital e intereses hasta el 31 de diciembre de este año.

Herido en mi orgullo de varón, dije a mi comadre que sin su plata y sin ella igual bailaré en el próximo Carnaval de Oruro, aunque no tenga qué comer ni con qué dar de comer a mis wawachas porque primero está la Virgen del Socavón y la promesa que le haré para bailar en su honor tres años más. Ella me pidió con lágrimas en los ojos que no lo hiciera porque la crisis se acentuará y los artículos que componen la canasta familiar continuarán subiendo y que la inflación (nacional o importada) será mayor cada día.

Cuando le dije que mi familia y yo dejaríamos de comer a partir del 1 de enero para que yo pudiera cumplir con mi promesa a la Virgen del Socavón de bailar tres años más en su honor, mi comadre se echó a mis pies y me dijo: “Está bien, querido compadre, yo te ampliaré el crédito que necesitas y te prestaré dólares frescos para que ambos podamos seguir bailando en honor a la Virgen tres años más”.

Al escuchar sus palabras comprendí una vez más que mi comadre Macacha es una gran mujer, y juntos nos acercamos al Templo para hacer ante la Virgen del Socavón la promesa de bailar juntos los tres próximos años si Dios me conserva la vida y a ella la plata que tiene guardada en los bancos y dentro de su colchón.

Habrá crisis, habrá inflación, habrá pobreza, habrá hambre en algunos hogares, pero los bolivianos seguiremos bailando. Ingresamos al templo de los Siervos de María cantando: En esta banda, en Cochabamba, la alegría es la que manda, palomitay.

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