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El color del Niño Dios



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, martes, 14 de diciembre de 2010

El pasado domingo comenzó mi angustia navideña cuando mi comadre Macacha acudió a mi casa muy temprano y me preguntó con su habitual naturalidad:

“¿De qué color prefiere usted, compadre, que sea nuestro niño que nacerá en Navidad...?”.
Casi me desmayo al escuchar semejante pregunta y, sin comprender su verdadero significado, le respondí con mi habitual severidad:
“Debe usted saber, comadre, que tengo más de 80 años y no espero tener alguna wawa con usted ni para esta Navidad ni para las siguientes”.
Macacha se santiguó en el nombre de Jesús, María y Pepe y me dijo con expresión de espanto:
“Usted no me ha entendido, compadre, yo no he venido a preguntarle sobre ninguna wawa que yo tendré para usted en esta Navidad, sino para saber de qué color quisiera usted que sea el Niño Dios que nacerá dentro de dos semanas, viejo malicioso y falto de entendederas...”.
Pedí disculpas a mi comadre cochabambina por no haber sabido comprender el significado de su pregunta y eché la culpa de mi error interpretativo a la exigüidad de mi aguinaldo que no me permite una justa distribución de mis incrementos navideños con mis excrementos salariales como gremialista vendedor de juguetes navideños, profesor de tango en El Alto y periodista aficionado. Ella se compadeció de mi situación y con voz suave me dijo:
“No se preocupe, compadre, porque como todos los años su esposa le enviará una remesa extra de Navidad y lo mismo hará su tía Restituta que vive en Suecia, su tía Conchita que vive en Torrelodones (España), su tía Encarna que vive en Cochabamba, y por si eso fuera poco, siempre me tendrá a su lado para protegerle y ayudarle económicamente”.
Volviendo al tema del Niño que Macacha hará nacer en mi casa en Navidad, mi comadre me reiteró que me regalaría un niño nuevo porque el que tengo en casa es muy antiguo que lo adquirí en España hacía mucho tiempo y que nuestros artesanos nativos habían fabricado en estuco unas imágenes nuevas que están de acuerdo con los cambios que impulsa el presidente Evo, y que ya no son blanquitos y rubiecitos como antaño, sino ahora fabrican niños morenos con ojos chaskañawis como en Cochabamba, niños pícaros con ojitos de diablos para Oruro y especialmente en Orinoca, y hasta imágenes de niños afrobolivianos de cabellos ch'iris y negros como la crema Nuguet negra porque —según mi comadre— la ley antirracista sólo consiguió aumentar el racismo en el país.

Fuimos a una feria de productos navideños y comprobamos que nos ofrecían nacimientos con figuras que me parecieron exóticas y hasta irreverentes, pues vi imágenes de San José, morenas como las de algunos cholos carpinteros. La Virgen María vestida de cholita y un Niño Dios, igual a nuestros llokallitas.

Tradicionalista como soy, busqué a un Niño Dios judío, pues tendrá que nacer en el Belén que levantaremos en mi casa, pero un comerciante me dijo:

“Bolivia ha roto relaciones con Israel hace bastante tiempo, no tenemos niños rubiecitos”.
Tendré que inventar un Niño Dios en mi corazón para adorarlo íntimamente.

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