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Nadie controla a los yatiris



© by Paulovich



La Paz - Bolivia,jueves, 16 de diciembre de 2010

Cuando me encontraba dando los últimos toques al pesebre de Belén en el que rememoraré el nacimiento del Niño Dios colocando unas ovejitas blancas y negras para no ser acusado de racista, llegó a mi casa mi comadre Macacha nadando en un mar de llanto para comunicarme un hecho trágico acaecido en la población de Viacha.

Entre sollozos me relató la muerte de toda una familia por la falla de un yatiri que puso a hervir una olla de agua, carne y cenizas sobre un brasero con carbón ardiente, cuyas emanaciones de gas carbónico durmieron a los circunstantes produciéndoles la muerte. El llanto y la desesperación de la cochabambina aumentaron de volumen cuando me refirió que en el hecho murió una mujer parturienta que había llamado al yatiri, la recién nacida y todos los circunstantes.

Como soy sensible y más aún en épocas navideñas, también me puse a llorar abrazado a mi comadre, pero reaccioné a tiempo para protestar contra los malos yatiris que no sólo se dedican a atender a las parturientas de nuestros pueblos, sino que ahora intervienen en la política del actual Gobierno en materias tan serias como las Relaciones Exteriores, Economía y Finanzas, Minería y Alimentación Pública, además de la Salud Pública, que amplía la actividad de la medicina tradicional hoy ejercida por ilustrados curanderos kallawayas y charlatanes que funcionan como yatiris.

Mi comadre demoró una hora en salir de su berrinche y recuperándose un poco reconoció la sabiduría y la buena praxis de algunos yatiris como nuestros amigos Calimán y Titirico, y como cochabambina inteligente, me manifestó: “Tenemos que reconocer que hay buenas intenciones en algunos masistas gobernantes, pero existe falta de formación profesional y académica en la mayoría de quienes ocupan cargos de importancia...”, palabras que me encantaron, pero no quise volver a abrazarla por temor a ser mal interpretado por ella y mis lectores, y sobre todo porque soy un convencido de que el Diablo nunca duerme.

Mientras continuamos levantando en mi living un pesebre parecido al de Belén, en Judá, Macacha siguió condenando al yatiri por cuya culpa había fallecido la wawita que sólo alcanzó a respirar óxido de carbono, lamentando también la muerte de los padres de la criatura faltando pocos días para la Navidad.

Al concluir la tarea del pesebre contemplamos felices la obra y cuando nos proponíamos ir a festejar, mi pariente espiritual me dijo: “Qué bueno sería que alguna autoridad reglamentase la actividad de los yatiris y que se abriera un Registro Nacional de Yatiris, previo examen de competencia y demostración de estudios y prácticas...”. Como soy algo k’onana, dije a mi comadre: “Ojalá le hiciera caso el Ministerio de Salud para el caso de los curanderos y también sería bueno que el Presidente no se dejara engañar por algunos yatiris que manejan ministerios técnicos en los que sólo vemos planes, publicidad, reuniones y congresos, sin resultados prácticos”.

“Estoy pensando en que usted es un buen yatiri, compadre, porque estoy a punto de ser embrujada”, dijo Macacha.

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