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La Paz - Bolivia, Martes, 13 de octubre de 2009
Siempre fui muy supersticioso y creo a pie juntillas en el maleficio del Martes 13, por lo cual no salgo de mi casa por temor a que me suceda alguna desgracia, superchería en la que también cree mi esposa, quien sostiene que me conoció en Zaragoza un 13 de octubre, aunque yo sostengo que fue un 12, día de la fiesta de la Virgen del Pilar y Día Nacional de España.
Sin embargo, me pareció poco inteligente vivir esclavos de las supersticiones y, desafiando al maleficio, salí a pasear por algunas calles de La Paz y al ver una escalera apoyada en el frontis de un hermoso edificio me atreví a pasar por debajo, impidiéndomelo un sujeto malencarado quien me dijo: “¿No ve usted que nos hallamos pegando afiches con los rostros de Evo Morales y Ana María Romero de Campero, candidato él para Presidente de la República y ella a primera Senadora por La Paz?”.
Reconocí a mi amiga candidata y estampé un beso en su oreja deseándole éxito, sorprendiéndose el pegacarteles ante mi actitud afectuosa hacia mi ex colega y también por mi actitud indiferente hacia el candidato a la reelección presidencial.
“¿Y por qué no lo besa también a Evo, que es el candidato presidencial por el Movimiento Al Socialismo?”, me preguntó el sujeto con cara de chola multada, respondiéndole con mi habitual espontaneidad: Yo no beso a hombres aunque sean candidatos presidenciales. Palabras que molestaron al propagandista masista, quien agarrándome del cuello quiso llevar mi rostro hasta la cara del Evo, sin conseguir que depositara mi ósculo en la mejilla presidencial.
Fastidiado por mi hercúlea resistencia a besar la mejilla del presidente orureño, se puso energúmeno y me dijo: “¿Así que sólo quieres besar la mejilla de la compañera Ana María y te niegas a hacer lo mismo con el presidente Evo? Ahora desayunarás engrudo hasta por las orejas”. Y me puso como sombrero un tacho de engrudo. Repartí algunos golpes y patadones contra mis agresores y volví a mi casa embadurnado de engrudo y con un afiche del presidente Evo y de la candidata Ana María pegado a mi espalda, y que me llegaba hasta el poto.
Al verme llegar en estado tan lamentable, mi esposa me dijo: “Yo siempre te dije que hoy martes 13 no salieras a la calle porque es un día de mala suerte, ¡mira cómo te han dejado esos malvados ‘satucos’!”, arrancándome el afiche que llevaba pegado en mi parte posterior y acompañándome a la ducha caliente para limpiarme del engrudo que llevaba pringado en todo el cuerpo.
Cuando estuve limpio, disimulé el percance y le conté a la hispanoparlante que nada malo me había sucedido y que todo acaeció a raíz de mi porfiado empeño por pasar por debajo de una escalera para demostrar a los ciudadanos que me miraban que yo no creo en supersticiones y menos en aquella que sostiene que pasar bajo una escalera ya no te permite crecer más. Tontería en la que no deberíamos creer.
Me paso algo similar pero no en 13....
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