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Serenata al asilo San Ramón



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, Jueves, 29 de octubre de 2009

Hace pocos días, el asilo de ancianos San Ramón celebró el centenario de su fundación y el acontecimiento fue festejado no sólo por la congregación religiosa que lo atiende, los internos e internas que allí se cobijan, sino por toda la población boliviana que aprecia su benéfica labor en pro de las personas mayores que sufren de soledad o de abandono.

Mi esposa me propuso visitar el asilo el día de su aniversario y asistir a la misa que allí se celebraría con la presencia de autoridades religiosas y civiles, pero tuve el temor de que aprovechándose del acontecimiento me dejara allí guardado con la promesa de visitarme los domingos, por lo que no acepté su invitación, no porque tuviera miedo de ser internado contra mi voluntad, sino porque allí podría encontrarme con muchas amigas y amigos de mi edad y quedarme con ellos para festejar durante una semana el centenario de esa institución.
Un amigo chumeño me propuso que hablara con la directora del asilo San Ramón para que él pudiera dictar una conferencia sobre “El arte de mantenerse jóvenes a pesar de los años”, idea que me gustó en principio pero luego la deseché porque sé de muchos ancianos que están felices con sus arrugas y sus canas y no desean aparentar juventud. Otro amigo tirado a intelectual me propuso dictar una conferencia a los ancianos sobre “La sabiduría que nos dan los años”, y tuve que pedirle que desistiera de su buen propósito porque en el asilo podría encontrarse con señores y señoras más sabios y cultos que él.
Sin embargo, algo teníamos que hacer para testimoniar nuestro homenaje y nuestro reconocimiento por la abnegación desplegada durante cien años en el asilo San Ramón, y otro amigo que es muy alegre a pesar de sus años me propuso: “Organicemos una serenata a las señoras y señores alojados en San Ramón en las primeras horas de su día aniversario, con guitarras y violines, mientras tú y yo les cantamos unos boleros, tangos, pasodobles y valses peruanos que hicieron vibrar los corazones jóvenes de quienes ahora se encuentran asilados en San Ramón”.
Nuestro conjunto serenatero fue formado al instante y venciendo la oposición de mi esposa logré sacar mi guitarra guardada en el ropero, mientras mis amigos Julio, Javier, Robert, Álvaro, Fernando, José, Alfredo y Rudolf colaboraron con sus voces y otros instrumentos.
Fue un obsequio sentimental a los ancianos y ancianas del asilo San Ramón con versos de boleros, tangos y valses peruanos que estuvieron de moda hace cincuenta y sesenta años y que seguramente algo dijeron a los internos del asilo: “Que siempre hay hilos de juventud en el corazón de todos los ancianos”.
Sé que la serenata fue escuchada y que fue emocionante, según me dijo una ancianita cercana a la madre Carmen Laguna, quien es la superiora de las religiosas que dirigen el asilo San Ramón, obra bendecida por Dios.

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