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Satélite y agencia espacial



© by Paulovich




La Paz - Bolivia, Domingo, 11 de octubre de 2009

Cuando me enteré de que el Gobierno, a través de su ministro de Obras Públicas, Servicios y Vivienda, Wálter Delgadillo, anunció la creación del Centro Espacial Boliviano para la instalación y posterior manejo del satélite Tupac Katari, me puse eufórico y rebosante de orgullo y felicidad y lo primero que me dije fue: “La Agencia Espacial tiene que ser instalada en Cochabamba”.

Este ingreso de Bolivia en la era espacial aunque sea al fiado, pues para la compra e instalación del primer satélite China nos concederá un crédito calculado inicialmente en 300 millones de dólares, más cartas y espadas, me llevó a pensar que habíamos dado un gran paso en nuestra Historia pues habría concluido la era de los brujos y yatiris para pasar a la era espacial.
Fui a buscar a mis amigos yatiris Calimán y Titirico para comunicarles este gran paso en la historia de Bolivia y tal vez del mundo y la consiguiente desaparición de los yatiris en las medidas gubernamentales, y en vez de hallarlos tristes ante el avance de la ciencia y la tecnología, los encontré felices pues me abrazaron y me invitaron a festejar el comienzo de nuestra historia espacial al naiclú Malena, de la ciudad de El Alto.
Los brujos aymaras se encontraban dichosos pues me aseguraron que ambos trabajarían en la Estación Espacial Boliviana en calidad de asesores de la institución que nos llevará a los bolivianos a dominar al espacio.
Luego pasamos a considerar la compra de un satélite espacial a la China por 300 millones de dólares, comentando Calimán con su pensamiento geofísico ultraterrenal: “Mucha guita es, hermanitos, y podría costarnos mucho más si recordamos el caso de una fundición de minerales que fue instalada en el país y que duplicó su precio por las coimas que recibieron muchos ministros y parlamentarios, imagínense ustedes lo que será instalar un satélite para Bolivia en el espacio sideral”. Aparte de esa opinión crematística no escuché ninguna que justificara la presencia de dos brujos aymaras en la Agencia Espacial Boliviana.
Cuando les sugerí que el Centro podría instalarse en Cochabamba, Calimán se opuso, inclinándose por una ciudad como Achacachi, en pleno altiplano paceño. Dijo Titirico: “Es mejor que instalemos el Centro Espacial en el altiplano porque así nos evitamos el gasto de la instalación de mingitorios porque la altipampa es infinita en su superficie e invita a soñar durante las noches contemplando a las estrellas. ¿Alguna vez han hecho caca en la inmensidad altiplánica alumbrada sólo por la luna y las estrellas…?”.
No cabe duda que los asesores brujos que trabajarán en el próximo Centro Espacial Boliviano significarán mucho para el área espacial que nos corresponda.
Finalmente, recordé a mis amigos brujos una noticia radial que escuché hace tiempo y que nos dice que también Nigeria encargó a China un satélite espacial parecido al que queremos. China lo hizo y el satélite no sirvió para nada a los nigerianos que también pagaron 300 millones de dólares. Los brujos me miraron con altivez y orgullo y Calimán me dijo: “Es que los nigerianos son unos pobres negros que no saben nada del espacio ni de los satélites…”.

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