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La fiebre de la coca


© by Paulovich



La Paz - Bolivia, Viernes, 2 de octubre de 2009

Así como sucedió en Estados Unidos cuando se produjo la fiebre del oro al descubrirse la riqueza aurífera en California en el siglo XIX, hoy nos hallamos bajo los efectos de la fiebre de la coca al descubrirse que la coca del Chapare se vuelve cocaína y que la cocaína se convierte en oro.

Pensaba en estos hechos a raíz de la incursión de cocaleros pobres y sin tierras al Parque Nacional Isiboro Sécure, situado entre los departamentos de Cochabamba y Beni, y que ha merecido la intervención hasta del presidente Evo, líder de los cocaleros del Chapare y legendario pionero de los cultivos de coca en el trópico cochabambino.

La máxima autoridad cocalera no desalojará a los invasores de la mencionada tierra de promisión que está entre Beni y Cochabamba y prometió buscar para ellos otras áreas cocaleras que no fueran “tan ilegales” y que seguramente hay muchas no sólo en el Chapare, sino en varios departamentos del país: Cochabamba, Santa Cruz, Beni, La Paz, Chuquisaca y Pando, porque —como dice el yatiri aymara Calimán— “la Pachamama nos dio riquezas para que vivamos ricamente”.

La fiebre de la coca y su derivada la cocaína se nutre de relatos fantásticos que circulan entre los pobres de nuestro país que somos todos aquellos que vivimos de un sueldo mensual, o de una profesión cuyos ingresos apenas alcanzan para educar a nuestros hijos para que puedan vivir mañana mejor que nosotros. Pobres son también los profesores de escuelas, colegios y los empleados públicos que vitorean por obligación al gobernante de turno. Pobres son los obreros, también los mineros y las cholitas que venden en los mercados. Pobres somos los periodistas y los escritores. Pobres somos casi todos.

Y hasta las orejas de los pobres llegan relatos fantásticos de quienes un día se lanzaron a cultivar la coca bajo la piadosa mentira de que es una “hoja sagrada”. Y la coca milagrosamente se convirtió en cocaína y la droga se transformó en casas estilo californiano, en automóviles y vagonetas último modelo y de las marcas más caras. Y eso había sucedido con tu compadre que no tenía dónde caerse muerto y con tu comadre que un día fue comerciante callejera o cocinera de tus parientes o amigos. Ahora son los nuevos ricos de Bolivia. Es la oligarquía de la coca y algunos llegarán a ser los Barones de la Cocaína. Dice la leyenda que tienen tanto dinero que gobernarán nuestro país y ellos serán los que decidan con su dinero quiénes serán nuestros futuros presidentes.

En todas estas tonterías pensaba la otra tarde cuando me enteré de que unos campesinos pobres y sin tierras cocaleras habían invadido los territorios prodigiosos del trópico beniano-cochabambino para sembrar coca como otros afortunados. Esta idea la traspasaré a Juan Carlos Valdivia, director y productor de cine, para que dentro de un tiempo nos presente una película que podría llamarse “La fiebre de la Coca”, tan parecida a la fiebre del oro en la vieja California.

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1 comentario:

  1. Muy pero muuuuuuyy cierto.... y a la vez excelente, por favor sigan siempre adelante

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