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Bailar y votar



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, Martes, 10 de noviembre de 2009

El fin de semana anterior se realizó el primer convite del Carnaval de Oruro, acto que consiste en una visita de los grupos folclóricos a la Virgen del Socavón para prometerle bailar durante tres carnavales, realizar un ensayo general de la Entrada por las calles de Oruro, y proceder luego al regocijo general cual corresponde a legítimos bailarines bolivianos.

Luego de un examen médico muy prolijo que estuvo a cargo de afamados cardiólogos, reumatólogos, neumólogos y psiquiatras, mi esposa me leyó en voz alta y clara el siguiente veredicto: “Se recomienda a nuestro paciente, señor Paulino Huanca, abstenerse de participar en la Entrada Carnavalera de Oruro correspondiente al año 2010 y en los ensayos previos a tal acontecimiento por haberse comprobado que el mencionado ciudadano ya sobrepasó las 20 mil horas de baile” (Firmas y garabatos de varios médicos y un curandero Kallaguaya).

Al escuchar ese informe, palidecí y unas lágrimas asomaron a mis ojos, mejor dicho a mi único ojo que todavía llora, resistiéndome a creer que ya no bailaría más en carnavales orureños después de cincuenta años de actividad folclórica ininterrumpida, pero luego comenzaron a picarme las plantas de mis pies y los sones de una “morenada” se apoderaron de mis oídos.

Con voz resuelta dije a mi consorte hispanoparlante: “Respeto la decisión de los doctores, pero antes debo comunicar esa noticia a la Virgencita del Socavón para saber qué dice ella y para eso debo viajar hasta su santuario, porque el año pasado le prometí bailar durante tres carnavales más y yo cumplo todas mis promesas, salvo error u omisión”.

De mala gana, alistó mi traje de ensayo para asistir al convite y me condujo en mi motocicleta Hardley Davidson hasta la ciudad de Oruro, donde me esperaban los fraternos de mi conjunto folclórico “Los Negritos Simpáticos de Potopoto”, que ya habían “encendido motores” para el primer convite.

Cuando me presenté ante la Virgencita del Socavón para enseñarle el informe de mis médicos, ella sonrió comprensivamente y perdonó el incumplimiento de mi promesas, indicándome que eso no implicaba el que yo dejara de votar el mes de diciembre porque en las elecciones se decidiría la suerte de nuestro país. Le pregunté por quién debería votar y ella negó a decírmelo, menifestando solamente: “Vota por el mejor, por alguien que crea en Dios, en la Santa Iglesia Católica y en la Santa Madre de Dios”.

Hecha mi promesa de votar por quien ella me sugería, me despedí de la Virgencita del Socavón con lágrimas en los ojos, pero al salir del Santuario y escuchar los sones de la “morenada” no me pude aguantar y bailé durante quince minutos con mi conjunto folclórico, y me retiré.

Me habrán prohibido bailar en el próximo carnaval, pero nadie me prohibirá votar en las próximas elecciones, por lo cual sigo siendo un boliviano feliz.

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