La Noticia de Perfil™ •

Cuando una amiga se va



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, Martes, 3 de noviembre de 2009

Cuando una amiga se va no te dice que se marcha para siempre, se va poquito a poco para que no te pongas triste y te pongas a llorar como un niño, y te pongas a planchar tu traje negro para incorporarte atónito e inconsolable a una larga procesión que ella contemplará ya desde el cielo.

Así se fue mi amiga Myriam Baptista Gumucio. Sin decir adiós ni escuchar adioses. Elegante y vestida de blanco me dijo hace unos años: “Me voy a Yotala” sin que yo pudiera adivinar que se estaba despidiendo para siempre y que nunca más la vería, ni volvería a estrechar su blanca y suave mano extendida hacia las mías con su acostumbrado señorío.

Se fue a Yotala y de Yotala se marchó a la eternidad sin que ninguno de sus amigos la viéramos. No lo hizo así por coquetería, lo hizo por delicadeza y para no ver mi rostro descompuesto ante la presencia de la Muerte que había ido a Yotala y llevársela consigo para siempre.

Cuando una amiga se va y ella se llama Myriam no te dice adiós llorando, sólo te dice sonriendo “me voy a Yotala” y ahora que las campanas doblan a duelo anunciando que mi amiga Myriam ha muerto no me queda otra cosa que contemplar el cielo con la esperanza de verla vestida de blanco como el día que se fue a Yotala y llamarán a su casa “La Campana” mientras las campanas de todos los templos repican a duelo y me hacen llorar.

Mi amiga Myriam sabía de la amistad y cómo no habría de saber de ella teniendo a su lado a sus hermanos Fernando, Mariano y Bernardo que siempre hicieron culto de ese sentimiento tan raro, flor difícil de cultivar como es la amistad.

Myriam Baptista Gumucio fue una bella y noble amiga que se fue a Yotala a vivir y a morir. Murió en Yotala para no vernos llorar a sus amigos, pero sé que desde el cielo de Yotala nos contempla a todos y con su sonrisa inteligente y señorial nos pedirá que no lloremos porque la vida no es más que un sueño y que la muerte es también otro sueño, aunque más largo.

Cuando una amiga se va deja una huella de perfume que no se extingue y, como ella me dijo un día “me voy a Yotala”, seguiré creyendo en su verdad y por todos los senderos iré preguntando cuál es el camino a Yotala y llegando al pueblo preguntaré ¿es aquí donde vive Myriam Baptista? Y besando una lápida la llamaré la Dama de Yotala y besaré la blanca mano de mi amiga que un día se marchó sin previo aviso.

Adiós, buena amiga, y gracias por tu amistad, tu inteligencia y tu sonrisa.

Clic aqui para comentar

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
___________________________________________________________________
Copyright © 2006 – 2011 by Alfonso Prudencio Claure