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Hoy: La gran mamada



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, Domingo, 6 de diciembre de 2009

Anoche me acosté muy temprano no sin antes rezar mis oraciones de la noche y hacer pipí, ocupando el tercio de la superficie de mi lecho conyugal y cediendo los otros dos tercios del camastro a mi esposa, con quien pactamos no hablar sobre política para evitar influencias en nuestros votos que deben ser libres y secretos. Luego de darle un casto beso en la oreja, me dormí en posición antiaérea soñando en lo que podría ser mi participación en el acto electoral.

Llegué al recinto señalado por la Corte Electoral y creí haberme equivocado porque aquello parecía más una feria gastronómica que un colegio electoral donde los ciudadanos decidiríamos con nuestro voto el futuro del Estado Plurinacional, Multicolor y Folklórico (antes República de Bolivia). Antes de elegir a los gobernantes de mi país debería elegir entre diversas salteñas, fricasé, un delicioso chicharrón con mote, o una jak’onta (plato paceño próximo a extinguirse). Empecé por la jak’onta, seguí con un fricasé, para continuar con un chicharrón y culminar con una salteña tucumana.

Mientras hacía cola para votar sorbí un helado de canela y cuando me aprestaba a beber un vaso de mok’ochinchi, una señora, luego de fijar sus ojos en mi rostro, dijo asustada a su compañero: “¡Romualdo, Romualdo, mira a este caballero, tiene cara de teta!".

No me incomodé ante la observación de la señora y mirando desafiante a las personas que me miraban les dije: “Tengo el orgullo de tener cara de teta y ustedes también la tienen igualita pero no se han dado cuenta aún cuando hoy es el día de la Gran Mamada. Mi plácido sueño continuó así: Entonces, empecé a sacar de una bolsa decenas de sujetadores que algunos llaman sostenes y los más finolis dicen soutien-gorge para que todos los votantes se cubrieran los rostros en actitud pública y al mismo tiempo cívica.

Al ver este reparto generoso de sostenes, llegó una autoridad electoral acompañada por un jach’u y me dijo: “Sepa usted que está prohibido repartir propaganda electoral en este sagrado recinto”, a lo que repuse prestamente: “Los sostenes no son propaganda electoral pues en todo caso serían propaganda pectoral”. De todas formas me llevaron arrestado a una comisaría.

Salí a las pocas horas y volví al recinto electoral para depositar mi sagrado voto, pero la Presidenta de mi mesa me dijo: “Ha llegado usted tarde, caballero Teta, porque ya hemos hecho el escrutinio de esta mesa y el acta ha sido llevada a la Corte Departamental Electoral”. Quise protestar porque fui víctima de un atropello por el delito de regalar sostenes a todos los ciudadanos que tienen cara de teta, pero ese momento escuché que un masista gritaba: “¡Hemos ganado por más de un millón de votos!".

Ese momento desperté de mi sueño (o de mi pesadilla) y mi buena esposa me dijo: “¡Pobrecito, cholito mío! Menos mal que has despertado a tiempo para que acudamos a la votación que será una verdadera fiesta democrática ‘a la boliviana’”.

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