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Aumenta mi deuda externa


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, jueves, 3 de marzo de 2011

Aumenta mi deuda externa y no así mi salario. Esa fue la triste confesión que tuve que declarar ante mi pariente espiritual Macacha cuando me apremiaba para que tomase decisiones en torno a nuestro viaje a Oruro para cumplir nuestras promesas religiosas de bailar en honor a la Virgencita del Socavón.

Ella me dijo con profunda convicción: “No se preocupe, compadre, el presidente Evo no le puede fallar y si él dijo que le aumentará su sueldo para compensar el alza en el costo de la vida, lo hará, no en este momento de emergencia, sino un poco más tarde, cuando pasen las lluvias…”.

Ante la contundencia de su fe en el Presidente, le pregunté si ella me podría conceder otro préstamo de dinero similar al que me hizo en los carnavales anteriores, prometiendo pagarle ambos en el transcurso de este año.

La cauta cochabambina cogió su computadora de bolsillo y me hizo preguntas acerca de mis ingresos como periodista, profesor de tango en la ciudad de El Alto y ocasional vendedor de coca prensada a fabricantes de cocaína en el Altiplano, diciéndome algo preocupada: “Realmente gana usted poco compadre, para la vidita que se da, bailando todo el año y rebotando de chola en chola…”.

Le pedí que en sus cálculos acerca de mi poder económico, también tomara en cuenta las remesas en euros que me envía frecuentemente mi esposa desde España y los ocasionales envíos que me hacen mis tías desde Estocolmo, Berlín, Torrelodones y Cochabamba, cifras que marcó en su computadora para concluir: “No se preocupe compadre, los ingresos que acaba de declarar, más el aumento de sueldo que le ha prometido el presidente Evo, me han convencido para que le conceda otro crédito en dólares similar al del año pasado, siempre y cuando vayamos juntos a Oruro a bailar en este Carnaval en honor de la Virgen del Socavón”.

Acto seguido, sacó de entre sus polleras 5.000 dólares en billetes de 100, que conté con cuidado y viendo a trasluz cada billete para comprobar su autenticidad, porque en estos tiempos no hay que confiar en nadie, ni siquiera en una comadre. Quise guardar los dólares en mi bolsillo, pero me lo impidió mi comadre, quien me dijo: “Un momento compadre, tienes que darme mil dólares, porque hoy vence el plazo para pagar la inscripción en la fraternidad folclórica Los Caporales de San Judas, en la que bailaremos este año y el próximo, y donde me han nombrado ‘figura’”. Quise decirle que no sé bailar caporales, pero preferí callar.

Lo importante es que ya tengo algo de platita para gastar en los carnavales de Oruro, aunque todavía no he comprado el disfraz de caporal ni he pagado la cuota para pagar a la banda de músicos que nos hará brincar durante diez días de acuerdo con el contrato, según me anunció mi comadre derrochadora que me exprimirá hasta el último centavo para divertirnos y, después, yo tendré que trabajar durante todo el año para pagarle el préstamo que acabo de contraer con ella. Sin embargo, estoy feliz porque ha crecido mi deuda externa, como sucede con nuestro Estado Plurinacional, Multicolor y Folclórico.

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