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No siempre nos dicen padre


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, viernes, 18 de marzo de 2011

Mañana se celebra en nuestro país el Día del Padre en homenaje a San José, que fue un santo varón que nunca fue padre, aunque actuó como tal durante la vida de Jesús, según los relatos evangélicos. Al saber que mañana es mi día, me puse contento porque sé que recibiré algunos regalos de mis descendientes, quienes casi siempre me obsequian calzoncillos de diferentes colores y modelos, muchos de los cuales no he llegado a estrenarlos, pues también utilizo para obsequiarlos a otros amigos de mi edad que también son padres.

Al pensar en la paternidad y conversando con algunos amigos que también comparten las vicisitudes de esa noble y sacrificada misión aunque no tan dolorosa como la maternal, anoté algunas de las principales acepciones que son usadas en nuestro país, donde muy pocos vástagos llaman padre a su padre como lo hacen los españoles.

Uno de los términos más usados es el de “viejo”, que nos llegó de la Argentina y se popularizó mucho por una canción cuyo autor y principal intérprete es un señor llamado Piero, que canta a su progenitor con versos que dicen viejo, mi querido viejo, ahora ya caminas lento como perdonando al viento… letra que ahora me cae mejor que cuando la escuché por primera vez y no perdonaba al viento ni a nadie. De todas maneras, el término de “viejo” para referirse al padre continúa en plena vigencia y la utilizan muchos de nuestros jóvenes.

El término de “Tata” es utilizado por nuestra población indígena que habla aymara en forma coloquial y el español como idioma para comerciar sus productos o comprar vehículos y ascender en la política actual. “No se oye, tata”, le dice un joven aymara a su padre cuando aquel le insta a no ser wist’u vida. “Papacito” es un término que utilizan nuestras hijas como expresión de amor y ternura hacia ese ser incomprendido por propios y extraños a tal punto que cuando se refieren al padre, hablan del “perro de tu padre”, queriendo significar —probablemente— que el padre es un perro callejero que cuando llega a casa se arrima cariñosamente a todos y mueve su colita en señal de felicidad y cariño.

Sin embargo, algunas jovencitas suelen exclamar: “¡Papacito!” o “¡Papazo!” cuando pasa a su vera un hombre guapo y atlético que tiene además unos ojos chaskañawis de mirar profundo.

Suelo conmoverme ante la palabra papituy, que suele ser utilizada por las cholas cochabambinas y algunas orureñas en momentos de cariño y felicidad.

Daddy es una expresión que llegó de Estados Unidos a Cochabamba y también a Churubamba. Es agradable al oído, también al corazón, y ha llegado a mi conocimiento que algunas jovencitas muy bien aprovechadas en la Escuela de la Laif utilizan el término de Daddy como sinónimo de un viejo del cual hay que enamorarse para aprovecharse de su dinero. Es que hay de todo en la viña del Señor.

Por último, debo señalar que mi comadre Macacha no me dice padre ni papacituy, sino que me llama respetuosamente “Compadre”, que es un parentesco espiritual, aunque cuando se pone local me dice: “Matame papito, matame,¿ por qué eres tan así…?”.

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