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Un santo carpintero


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, sábado, 19 de marzo de 2011

Anoche se realizó una gran fiesta en homenaje a los padres en el naiclú “Malena” de la ciudad de El Alto a la cual asistí en compañía de mi comadre Macacha, de quien no soy su padre, sino solamente su compadre, parentesco espiritual respetado religiosamente por ambas partes, aunque a veces yo la llamo mamitay cuando me da buenos consejos y me presta dinero para ayudarme a subsistir en esta crisis de la cual no se enteran algunos gobernantes.

En la puerta del “Malena” había un letrero que decía “Prohibido el ingreso a todos los malos padres que no pagan pensiones para el mantenimiento de sus hijos menores de edad”, y junto al letrero colgaban varias páginas con listas de esos malos padres, que habían sido proporcionadas por la Radio Deseo, dirigida por esa valiente mujer que se llama María Galindo.

Vi que en esa larga lista figuraban importantes hombres públicos, ciudadanos de diversa actividad y algunos amigos míos cuyo nombre no revelo por el momento.

Para ingresar a la fiesta había que presentar a un inspector el certificado de nacimiento de sus hijos, o al menos uno de ellos, para evitar el ingreso de impostores y coladores.

También se controló el ingreso de las damas acompañantes, y Macacha tuvo que mostrar una carta poder de mi esposa donde le encarga velar, proteger y colaborar económicamente a su esposo, que soy yo, mientras ella se encontrase en España.

Sin embargo, del control tan estricto encontré a muchísimos coladores que olvidan sus sagrados deberes de paternidad y derrochan su dinero mientras sus hijitos famélicos y malnutridos trabajan en lo que pueden junto a sus heroicas mamacitas. Señalo a esos malavidas porque me sorprendió ver anoche en el “Malena” a los yatiris Calimán, Titirico y Wayruru, a quienes les torcí mi cara para no saludarles.

Antes de iniciarse el baile en homenaje a los buenos padres que todavía habemos, fui obligado a dirigir unas breves palabras refiriéndome a la singular figura de San José, un carpintero que acatando la voluntad de Dios desempeñó el papel de padre de Jesús de Nazaret en forma silenciosa, sin jactarse nunca de tener un hijo macanudo y perfecto, como fue nuestro redentor. Calladito sacó a su familia a Egipto burlando a Herodes, volviéndola después a Judea. Este humilde carpintero realizó cumplidamente su obra sin hacer declaraciones a los evangelistas, que eran los periodistas de entonces, y no ofreció nunca conferencias de prensa. Fue callado y cumplió la obra que Dios le había encargado en contraposición a nuestros carpinteros de ahora, cuando casi todos son fallutos.

Al final brindé por todos los padres que también son callados y cumplen en silencio sus deberes paternales, sin gritos ni alharacas.

Después de aquel acto vino la fiesta, pero su descripción interesa a muy pocos lectores.

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