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Un pan que no engorda

PAULOVICH © 2009 by Paulovich

“Corpus Christi, todo k"ara se viste”, así decían las cholas cochabambinas al anunciar la llegada de este día, que es uno de los más grandes en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, y vestían sus mejores galas para celebrarlo. Es por ello que esta mañana muy temprano desperté alborozado y lancé mi grito eucarístico antes de pedirle a mi esposa que alistara mi traje negro, mi camisa blanca, mi corbata colorada y mis zapatos amarillos para acudir a las ceremonias religiosas que había dispuesto el arzobispo de La Paz, monseñor Edmundo Abastoflor, como la Misa solemne, el Te Deum y la Procesión Eucarística por las calles de la ciudad.

Al llegar a la catedral de Nuestra Señora de La Paz pasamos por el Palacio de Gobierno, y para no despertar sospechas de los guardias que lo custodian, grité mi clásico entusiasmo deportivo: “¡Una bombita por el ministro Juan Ramón Quintana!” y como vio que los guardias se pusieron en posición de apronte, mi esposa me dijo prudentemente: “No hables de bombitas al pasar por el Palacio. Los guardias podrían creer que eres un terrorista que escapó de Santa Cruz”.

Como llegamos temprano a la Catedral, invité a mi esposa a ingresar a la Sacristía, donde se encontraban todos mis colegas sacristanes de La Paz para participar de las ceremonias litúrgicas mencionadas y celebrar dignamente el día de Corpus Christi, cuando adoramos especialmente al Cuerpo de Cristo presente en la Eucaristía, o sea en el Pan consagrado, un pan que no engorda, pero que nos da vida a los cristianos que nos alimentamos de él bajo la forma de una pequeña hostia.

Mis colegas sacristanes saludaron a mi esposa hispanoparlante manifestándole algunos que creían que yo era soltero, respondiendo ella que nos habíamos casado, y hace muchos años, y que yo llevaba la cuenta exacta de los días que llevamos matriculados.

Pregunté a mis colegas sacristanes si el Presidente de la República, el Vicepresidente y los ministros de Estado habían anunciado su presencia en los actos litúrgicos del Corpus Christi, respondiéndome Ángel Bueno, que es mi mejor amigo entre los ayudantes de las ceremonias: “No tenemos respuesta oficial de ninguno de ellos, pero podría ser que viniera alguno, aunque en la fiesta del Corpus Christi no se baila como en la de Jesús del Gran Poder”.

En conversación con mis colegas, ellos me enseñaron que la fiesta del Corpus Christi no es más que una rememoración solemne de la Última Cena, cuando Jesús dio de comer a sus apóstoles pan y vino, que no eran otra cosa que su Cuerpo y su Sangre que serían ofrecidos para nuestra salvación y que Jesús nos pidió que nos alimentáramos de ese pan y de ese vino para vivir eternamente, conocer las verdades eternas y amar eternamente a todos, hasta a nuestros enemigos.

Mi esposa, luciendo su mantón de Manila, y yo, luciendo mi huachafa vestimenta, participamos de las ceremonias lutúrgicas.

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