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Estado de la nación


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, domingo, 30 de enero de 2011

Hace unos días, el presidente de Estados Unidos, señor Obama, habló ante su país y también al mundo sobre el “Estado de la Nación”, saludable práctica que prescribe las leyes y las costumbres norteamericanas mediante la cual nos enteramos de cómo va el país que lidera al mundo occidental.

Ese importante discurso fue escuchado o leído también en Cochabamba, donde algunos de sus hombres inteligentes realizaron una importante reunión en los salones del Bar Comercio (El Barco), a la cual Macacha y yo fuimos invitados, pues allí se debatiría en serio acerca del “Estado de la nación boliviana”, tema que es tratado en todos los cafés y bares de nuestro país todos los días por las mañanas, tardes y noches.

Aceptamos la invitación porque otra cosa es escuchar a los pensadores de Cochabamba que no son los mismos que los pensadores cochabambinos, sobre todo si en el Bar Comercio alternaríamos con ese selecto grupo de filósofos y pensadores greco–cochabambinos que dirige mi admirado amigo Aristóteles Giorgiadis Quiroga, fundador de la Academia “Pericles”.

Con muy buen juicio se abordó el tema sobre el estado de la nación, prescindiendo de las cifras numéricas aunque éstas procedieran del Ministerio de Economía, Instituto Nacional de Estadística (INE), del Banco Central de Bolivia y de algunos organismos internacionales después de que mi comadre Macacha dijo: “No hay que fiarse de los números porque con ellos puedes demostrar lo mismo una verdad que una mentira”.

Los pensadores greco–cochabambinos nos dijeron que en esta banda y en Cochabamba la escasez es la que manda y que hay alza de precios en todo y para todo.

El pensador greco–cochabambino Aristóteles Giorgiadis Quiroga ratificó la anterior denuncia, agregando que hasta el momento todos los bolivianos ganamos los mismos miserables sueldos y salarios.

Otro expositor procedente de Hawai, que antes llamábamos Jaiuaicu, manifestó que le habían subido los alquileres, las pensiones escolares que debe pagar para cinco críos, y también habían subido de precio los útiles y uniformes escolares, y que el precio de un sillpanchu también había subido y que ya no parecía una oreja de elefante sino la oreja de un burro chico.

Se habló de la escasez de azúcar, harina, arroz y otros productos, y que Emapa se parecía mucho a los comisariatos cubanos que reparten alimentos.

Fue también Aristóteles Giorgiadis Quiroga quien afirmó que la desesperación por la escasez de alimentos y por la elevación de precios en todo orden de cosas podría llevar a la desesperación y a los saqueos, como sucedió en Llallagua y como fue amenazada en la calle Gallardo en el Gran Poder paceño.

Todos salimos muy preocupados al conocer el estado de la nación boliviana y Macacha me invitó medio sillpanchu luego de decirme que “la plata está escaso”.

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