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La telenovela Rózsa de lejos


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, domingo, 13 de febrero de 2011

Anoche le pedí a mi comadre Macacha que viniera un rato por mi casa a frotarme los ttusus (léase pantorrillas) porque hacía mucho frío, pero la cholita cochabambina se negó sospechando de oscuras intenciones mías y me dijo:

“Lo siento mucho, compadre, pero no puedo ir porque tengo que ver mi telenovela Rózsa de lejos que está fascinante. Lo iré a ver mañana y le contaré lo que sucedió en los últimos capítulos. En tanto, póngase ladrillos calientes en sus pies”.
>Maldije a la telenovela, lancé palabrotas contra el fiscal Soza y los otros autores del argumento y del guión de la famosa obra televisiva y me abrace a una hermosa piedra hembra que me regaló un asesor de nuestro canciller Choquehuanca, hasta que me llegó el sueño.

Esta mañana, muy temprano, Macacha llegó a mi casa para mostrarme sus ojos hinchados, pues toda la noche había llorado luego de ver el último capítulo de su telenovela que ocupa sus sentimientos. Al verla tan triste, traté de recapacitarla diciéndole que hiciera de cuenta que las telenovelas son producto de la imaginación de los guionistas y que por muy truculentos que fueran éstos no reflejan la vida misma, ni los actores sufren y lloran de verdad.

Macacha reaccionó violentamente ante mis palabras y me dijo:

“No hable usted huevadas, compadre, porque los muertos que he visto en la telenovela han muerto de verdad, acribillados por tiros cuando dormían en el hotel de Santa Cruz para que nunca puedan decir su verdad, y en la telenovela se escucha una voz en off que dice: “Los muertos no hablan”.
Le pedí un poco de tranquilidad a mi comadre y hasta le acaricié una oreja, sugiriéndole que me contara las novedades que más le habían impresionado en el capítulo que vio anoche, en vez de estar frotándome los ttusus, como yo se lo había pedido. Esta vez sus lágrimas fueron causadas por un personaje al que antes llamaba “el Viejo” y ahora le dice “el Viejito”.

Limpiándose el llanto que mojaba sus mejillas con el borde de su mankancha, prenda que luce por debajo de sus polleras, Macacha me contó que este personaje reaparece en este capítulo paseando por las calles de Santa Cruz, hasta que aparecen unos malvados y lo detienen mientras uno de sus captores le dice “a los cambas hay que interrogarlos en La Paz” y se lo llevan.

Macacha volvió a soltar su chorro de lágrimas al recordar la escena, mientras el pobre —sin chompita— es trasladado hasta La Paz, adonde lo llevan a declarar. Mi comadre, que es muy sentimental, se lanzó a mis brazos para seguir relatándome que “el Viejo” siente los efectos del frío y la altura, y es trasladado a la clínica de los policías y le ponen un centinela a la vista para que no huya.

Me separé prudentemente de mi comadre para que su llanto no malograra mis pilchas y ella pudo al fin relatarme que el pobre viejo será trasladado a la cárcel de El Abra en Cochabamba, porque las autoridades temen de que pudiera ser asesinado en otro penal.

Reconocí, al final, que la telenovela Rózsa de lejos es interesante, pero ya dura mucho tiempo y perjudica mis relaciones amistosas con mi comadre Macacha.

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