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Socialismo del siglo XV


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, sábado, 5 de febrero de 2011

El famoso periodista cubano Montaner dijo hace poco tiempo que nuestro país era encaminado hacia el socialismo del siglo XV; tanto me impresionó su frase que ayer tuve la tentación de salir a la calle vestido de Hijo del Sol, o sea con un faldón, poncho multicolor y una bolsa, que entonces se llamaba ch’uspa, donde llevaba mis hojas de coca para acullicar y no sentir hambre ni sed durante la jornada.

Mi intento fue desbaratado por mi comadre Macacha, quien me obligó a vestir pantalones, llevar dinero en el bolsillo y dirigirnos al mercado Rodríguez en busca de alimentos para alimentar a mi familia, especialmente a mis nietos, que aún son wawachas, y brindar alguna atención a mi pariente espiritual que me acompaña a todas partes cual si fuera mi lazarillo.

Fue ella quien me contó haber escuchado un discurso del presidente Evo pronunciado en Oruro, recordando que aconsejó a los bolivianos no preocuparnos de la falta de azúcar porque el azúcar no es bueno para la salud y que deberíamos volver a usar la miel de abeja o la estevia, como nuestros antepasados originarios. Para no discutir, le dije que el Presidente tenía razón.

Siguiendo esa línea de pensamiento, pregunté a la cholita cochabambina los motivos para la escasez de leche y otros derivados de la PIL, que son estupendos, pero ella, que se encontraba sugestionada por las palabras presidenciales, me respondió: “Muy pronto subirá el precio de la leche y sus derivados, y es por eso que debes enseñar a tus nietos wawachas que la leche es mala para la salud de los niños y que además es muy fea, siendo esa la razón para que los bebés, digo, las wawachas lloran todo el tiempo y lo hacen protestando porque la leche es fea”.

Le pregunté a mi comadre Macacha, mirando su “pechonalidad”, si todas las leches eran feas y ella no me contestó, pero me dio un pellizco en mi trasero que me hizo chillar, escuchándose mi grito a lo largo y a lo ancho del mencionado mercado callejero.

Saludé a mi casera que vende pollos traídos de Cochabamba y me ofreció sus productos con la amabilidad de siempre: “Buenos días, caserito churro, tengo hermosas cosas para ti, qué vas a querer ahora, tengo hermosas pechugas, unas piernitas y unos muslitos que te harán chupar tus dedos, aunque tengo que avisarte que los precios han subido otra vez porque no hay maíz para alimentar a nuestros pollos en Quillacollo”.

Consulté a Macacha acerca del ofrecimiento de la casera, y mi comadre me dijo: “No debemos comprar carne de pollo porque es mala para nuestra salud debido a los alimentos transgénicos que ahora son utilizados en las granjas, además su precio ha subido mucho y yo le he escuchado decir a un senador del MAS que es preferible que los bolivianos nos convirtamos en vegetarianos para no ser tan obesos como muchísimos norteamericanos imperialistas”.

Pregunté a mi comadre Macacha si se convertiría en vegetariana, y ella me confesó que se volvería vegetariana porque le gustaba un “vejete” al que no quiso identificar.

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