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Aumento para los jubilados


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, martes, 26 de abril de 2011

Mis contemporáneos jubilados anuncian marchas de protesta contra el Gobierno y contra la Central Obrera Boliviana por haber sido olvidados en un acuerdo de aumento salarial y me convocaron a una marcha kilometral hacia La Paz que se iniciará reclamando justicia para los k'aivitos.

Inmediatamente llamé por teléfono a mi comadre Macacha pidiéndole que se hiciera presente en mi domicilio para frotarme mis t'usus (léase pantorrillas), pues al haberse adelantado los fríos invernales no se hallaban en la mejor forma para responder a las mencionadas jornadas de protesta.

Para impresionar mejor a la cholita cochabambina, me despojé previamente de mis calzoncillos largos de lana inglesa (también llamados “matapasiones”) cambiándolos por unos calzoncillos de seda roja, aunque no recuerdo la marca, pero eran Christian Dior o Sacha Llorenti. Lo cierto es que mi comadre, al ver que la esperaba con ropa interior tan juvenil y elegante, no pudo menos que sorprenderse y exclamar: “¡Qué calzoncillos tan elegantes luce usted, compadre, aunque veo que sus pantorrillas están muy flacas y casi heladas!”.

Sacó de su maletín de masajista unas cremas y pomadas que ella misma había preparado a base de hierbas adquiridas en las cercanías de Chuma, donde viven muchos curanderos por su proximidad a Curva, que es tierra de los médicos naturistas, y procedió al frotamiento enérgico de mis t'usus, ante lo cual empecé a dar gritos de dolor y exclamaciones como: “No sea usted tan torpe, comadre, fróteme más suavecito”, pero ella continuó con su labor masajística de forma imperturbable.

Cuando me sentí más aliviado, la cholita se fue a lavar las manos no sin antes decirme sonriendo sarcásticamente: “Usted es muy ‘quejudo’, compadre”, corrigiéndole que estaba muy mal que me llamara “quejudo” porque lo correcto es “quejumbroso”. Mi pariente espiritual me autorizó para que me despojara de mis calzoncillos de seda roja y que me volviera a poner mis calzones matapasiones, y me dijo: “Ya está usted listo para asistir a las marchas de los jubilados exigiendo un aumento salarial al igual que los otros trabajadores, pues la crisis salarial afecta a todos por igual y la vida ha encarecido por igual para los jóvenes, los mayores y los ancianos como usted”.

Al escuchar sus palabras alentadoras, bendije a mi buena comadre cochabambina y, pensando en que no me cobraría por la sesión de masajes a mis t'usus, le pregunté a cuánto ascenderían sus honorarios, respondiéndome que éstos llegaban a 200 bolivianos, prometiéndole que le pagaría más tarde porque no llevaba dinero en mis calzones matapasiones.

Ahora me encuentro en buenas condiciones físicas para asistir a todas las convocatorias de mis dirigentes del sector de jubilados porque nuestra causa me parece muy justa, y aprovecharé de tales ocasiones para pedir la renuncia del ministro de Economía, señor Luis Arce Catacora, quien busca ahora dilapidar las reservas del Banco Central de Bolivia, que no son del banco ni del Estado, pues pertenecen al pueblo boliviano.

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