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Rechazo a un impuestazo


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, miércoles, 6 de abril de 2011

Cuando escucho el anuncio de nuevas medidas económicas que podría adoptar el ministro de Economía, señor Luis Arce Catacora, me pongo a temblar y acudo a mi ministra particular de Finanzas, la señora Margarita de Racacha, más conocida como la señora Macacha en el Wall Street paceño que es el mercado Rodríguez.

Después de que ella hubo cumplido su ímproba tarea de cobrar diariamente los intereses que le deben las cholitas que “se venden” en ese populoso centro comercial por pequeños préstamos de dinero, me acerqué respetuosamente a la prestigiosa prestamista y le solicité una audiencia para consultarle acerca de un grave problema de índole económico, la cual fue concedida en un comedor popular conocido con el nombre de restaurante Mank’a Siñani.

Me pidió que fuese breve, pues luego tendría que dirigirse a un banco para depositar el dinero que había cobrado, a lo que respondí: “Escuché que el Ministro de Economía tiene la idea de dictar un impuesto a los ingresos de ciudadanos como usted y como yo, y como muchos bolivianos”. Mi comadre caviló unos instantes y luego me dijo: “Ese Ministro seguramente está loco y quiere causar nuevos problemas a Evo porque no puede cargar más impuestos a un pueblo que sufre de hambre y carestías, y en estos momentos le exige aumento de sueldos y salarios para poder subsistir…”.

Le pregunté respetuosamente si podría oponerme a tal medida en el caso de que ésta fuera aprobada y me dio su aprobación, adelantándome que ella me acompañaría a todas las manifestaciones, paros y bloqueos que hoy comienzan exigiendo al Gobierno del presidente Evo mejoras salariales superiores a la verdadera inflación que sufre el pueblo y que el Gobierno trata de ocultar. Cuando llegó la hora de pagar, se hizo la loca y se despidió para ir corriendo al banco a depositar los intereses que le habían pagado las pobrecitas vendedoras del mencionado mercado.

Cuando ella salió del banco, yo la esperaba en la puerta y fuimos juntos a incorporarnos a manifestaciones de trabajadores que protestan por nuestros bajos salarios, por el alza de precios en el costo de la vida y también en contra del posible impuestazo, mientras que los cocaleros no pagan ninguno y en Bolivia sólo florece el narcotráfico.

Recordando mis tiempos cuando yo asistía a todas las manifestaciones y bloqueos que organizaba el diputado Evo Morales, me convertí en uno de los más entusiastas manifestantes, contagiando mi fervor protestador (para no decir “protestante”) a mi comadre cochabambina, quien empezó a dar gritos con mejor voz que la mía, exigiendo mejoras salariales para el pueblo trabajador.

Después de cumplir nuestro deber de trabajadores, fuimos a descansar en nuestros respectivos domicilios, prometiendo retornar en horas de la tarde a la manifestación vespertina que protagonizarían los maestros urbanos, como yo le había prometido a la profesora Vilma Plata, mi compañera manifestante desde las épocas del neoliberalismo, junto al entonces diputado Evo Morales.

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