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Los niños ya saben mucho


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, martes, 12 de abril de 2011

Al saber que hoy es el Día del Niño, mi comadre Macacha me llevó a pasear por uno de los parques de la ciudad porque ella sostiene que los niños y los ancianos nos parecemos mucho, no sólo en ciertas dietas alimenticias, como la ingestión de la leche y los purés, sino por nuestra preferencia por las golosinas como ser caramelos, tortas, pasteles y sándwiches de chola.

Vi en el parque a varios niños entretenidos en juegos propios de su edad, saludando afectuosamente a todos, aunque algunos desconfiaron de mis años y los de Macacha, lo cual me pareció muy inteligente porque en este tiempo hay muchos raptores de niños que practican el secuestro–exprés. Vimos en uno de los bancos del parque a un chiquilín de diez años fumando un cigarrillo, y al verse sorprendido apagó el pucho y me dijo si yo había dejado de fumar debido a mi avanzada edad, contestándole que no, lo cual me abrió las puertas de su confianza para iniciar una conversación.

Le pregunté tontamente por qué fumaba a tan corta edad y el chiquillo me respondió: “El hombre es un cigarrillo, la ceniza que cae es su pasado y el humo que se eleva es su futuro”, respuesta que encantó a mi comadre, quien acarició la cabecita del niño que sonrió ante la chola cochabambina y le preguntó: “¿Usted es la chola de este viejito...?”. Mi comadre se puso roja de vergüenza y le explicó amablemente: “No, chiquito, yo no soy la chola de este viejito, soy solamente su comadre, y lo he invitado a pasear por este parque porque hoy es el Día del Niño…”.

El pequeño le manifestó a mi comadre que él no sabía que hoy era su fiesta porque nadie se lo había dicho, pero mi comadre, que es muy comunicativa, informó al niño que seguramente las autoridades del país y de nuestra ciudad ya se encargarían de enviarle mensajes de salutación, noticia que le importó un rábano al chaval, aunque se expresó de manera más grosera.

Mi comadre, que es muy moderada al hablar, dijo al chiquillo que a ella no le gustaban los niños procaces, saliendo yo en defensa del chiquillo, diciendo a mi comadre: “Pues yo prefiero mil veces a un niño procaz que a un niño precoz”. El rapaz entendió mis palabras y me agradeció, y volvió a preguntar si la chola cochabambina era mi chola o sólo mi comadre. Macacha se encargó de explicarle nuestra relación que la convierte en mi pariente espiritual, pero el crío le dijo: “No le creo porque este viejito tiene cara de piola y, a pesar de tener yo sólo diez años, sé leer en los ojos de los mayores y este abuelito no tiene buenas intenciones”. Mi comadre Macacha trató de defenderme, pero no pudo, pues el niño se despidió de nosotros diciéndole a ella que estaba muy buena y reafirmando que yo soy un viejito piola.

Al concluir nuestro paseo por el parque celebrando el Día del Niño, tuve que decirle a mi comadre: “Los niños de hoy saben mucho y ya no es posible engañarlos con mensajes y salutaciones porque la mayoría de ellos viven en la pobreza y el hambre, y podrían enseñarle al Director Nacional de Estadística cuál es la verdadera inflación que existe en el país”.

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