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Votaremos pero no elegiremos


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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La Paz - Bolivia, martes, 24 de mayo de 2011

Mi tía Encarna, jefa espiritual de mi familia, llegó de Cochabamba trayendo una gran canasta de habas frescas y quesillos, además de un frasco grande con dulce de duraznos, que me llenaron de alborozo, aunque su fin principal —según me dijo— era reunir a mi familia, bastante dispersa desde que mi comadre Macacha se hizo cargo de mi protección y auxilio económico.

“Quiero rezar el Rosario en familia porque estamos aún en el mes de mayo que es el Mes de María”, dijo con tierna voz, poniéndose a cantar esas estrofas que me enseñaron en el colegio San Calixto, cuando yo era niño y formaba parte de la Congregación Mariana: Venid y vamos todos con flores a María, con flores a porfía que madre nuestra es…

Pregunté a mi tía Encarna si podría venir mi comadre Macacha, respondiendo mi anciana tía: “Lamentablemente ella no podrá estar con nosotros porque será una reunión estrictamente familiar, y ha llegado hasta mis orejas que esa cholita no tiene rectas intenciones y que más bien son curvilíneas…”. Respondí que yo nunca había apreciado a mi comadre desde un punto de vista geométrico, aunque comprendí que la decisión de mi tía era irrevocable.

El día sábado al mediodía comenzaron a llegar mis parientes, tíos y tías. Viendo después de mucho tiempo a mi tío Pelópidas, seguido por mi tío Huevastián y mi tío Empédocles que estaba sobrio, aunque me di cuenta de que se hallaba atufado, o sea que tenía un tufo parecido al que hizo famoso a Richard Burton. Posteriormente llegaron mi tía Semáforo (llamada así porque a partir de las diez de la noche nadie la respeta) y mi tía Corina, llamada así no porque hubiera nacido en Sucre sino porque la pobre sufre de cistitis. ¡Pobre tía Corina!

Invité a todos unos “coctelitos” de diferente color y al poco tiempo los varones hablábamos de las elecciones judiciales de octubre. Mi tío Huevastián dijo estar emocionado porque Bolivia sería el primer país del mundo donde los ciudadanos elegirían libre y democráticamente a nuestros magistrados del Poder Judicial, lo cual irritó a su hermano Pelópidas, quien lo interrumpió para decirle: “¡No, pues, Huevas…!”, aclarándole el aludido: “¡No me llamo Huevas, mi nombre es Huevastián”. Pelópidas, que había escuchado por la radio a la politóloga Jimena Costa, le dijo con voz enérgica: “¡En octubre votaremos pero no elegiremos, que es distinto!”.

En medio de una agria discusión, fuimos invitados a pasar al comedor donde nos sirvieron platos cochabambinos preparados bajo las órdenes de mi tía Encarna, quien al finalizar la degustación de sus manjares nos condujo nuevamente al living donde había entronizado una imagen de la Virgen María, ante la cual nos hizo arrodillar, dirigiendo ella el rezo del santo Rosario y a continuación las letanías, cumpliendo así su propósito que trajo desde Cochabamba, que no era otro que el de rendir homenaje a la Virgen María en el mes de mayo, que está dedicado a ella.

El pasado fin de semana, gracias a la presencia de mi tía Encarna, no asistí al naiclú Malena y no sé nada de mi comadre Macacha.

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