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Telenovela Rózsa de lejos


ALFONSO PRUDENCIO CLAURE Paulovich
© LOS TIEMPOS / Cochabamba, Bolivia
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© by Paulovich



La Paz - Bolivia, viernes, 29 de abril de 2011

La otra noche en el naiclú “Malena” cuando todos los parroquianos esperábamos el show a cargo del elenco estable del local y que dirige la vedette Mimí Frufrú, salió un anunciador y con voz muy educada nos comunicó que “a petición del respetable público, hoy suspendemos el chou de Mimí Frufrú y sus muchachas, para exhibir en nuestra pantalla gigante el último capítulo de la telenovela Rózsa de lejos”.

Yo, que esperaba alegrarme un poco viendo el chou “estriptis al revés” en el cual las chicas aparecen calanchas y luego se van vistiendo lenta y acompasadamente hasta lucir gruesos abrigos cual corresponde a la fría noche alteña, protesté calladamente y me senté al lado de mi comadre Macacha, que vibra con las telenovelas y especialmente con esta que la hace llorar y la hace reír y la hace invitar bebidas finas marca “Tisgra” a quien está a su lado.

El capítulo que veríamos a continuación titulaba “Soza renuncia a Rózsa” y apareció el personaje con cara de preocupado y a punto de llorar. Como yo nunca había visto a ese señor, le pregunté a mi comadre cochabambina en tono muy bajo: ¿Quién es éste y qué hace…? Mi comadre me dijo en la oreja para no molestar a los espectadores: “Éste es el fiscal que se enredó en el libreto que estaba escribiendo y que ahora no sabe cómo continuar con Rózsa que ya está lejos, en la otra vida”. Para no molestar mucho a mi comadre, que había seguido la telenovela desde hace dos años, me propuse escuchar lo que decía ese señor sin entender un carajo, perdón, sin entender un ajo.

Felizmente desapareció de la pantalla el rostro del tal Soza y apareció la imagen de una periodista de televisión dando lectura a una carta que había dirigido el tal fiscal Soza a su jefe que vivía en Sucre, no sé si por razones de salud o por otros motivos. Escuché con algo de interés la carta del tal Soza, quien le comunicaba a su jefe que renunciaba a su cargo porque había recibido amenazas de muerte para él y su familia y que dejaba a Rózsa para siempre.

Ahí me hice una chip’a de padre y señor mío porque no podía entender que Soza renunciaba a Rózsa y que ésta no era una mujer sino un europeo–boliviano que había muerto acribillado a tiros por agentes del Ministerio de Gobierno, hecho acaecido en un hotel de Santa Cruz.

Como no comprendía un ajo de lo que sucedía en esta telenovela boliviana tan famosa, decidí salir para hacer pipí y me dirigí al cuarto de baño. Al retornar a mi silla, encontré a mi comadre Macacha, que lloraba desconsoladamente y me abrazó diciendo: “Es que por hacer pipí no lo has visto al ‘Viejo’, que ahora ya está más viejo y sufre de diabetes y lo han vuelto a la cárcel de Cochabamba, porque en Santa Cruz podrían matarlo y lo peor de todo es que lo han filmado recibiendo 30.000 dólares o algo más… y ya se los ha gastado”.

No se lo dije a mi comadre, pero a mí me parece un disparate de telenovela que seguramente continuará, porque al tal Soza le han rechazado la renuncia y “el ‘Viejo’ quiere otros 30.000 dólares”.

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