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Entrega de credenciales



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La Paz - Bolivia, Viernes, 8 de enero de 2010

Durante la mañana del martes me encontraba en las inmediaciones del Banco Central de Bolivia y advertí que mucha gente ingresaba en el protegido edificio, colándome yo también. Ya estando dentro me enteré de que allí se realizaría un acto muy importante, cual era la entrega de credenciales a los ganadores de las elecciones realizadas el pasado mes de diciembre.

Los primeros en recibir sus credenciales fueron el presidente Evo y el vicepresidente Alvarín, a quienes aplaudí de forma entusiasta, aunque no llegué al delirio porque en todas partes hay que guardar las formas, reservando mis ovaciones más entusiastas para los que salieron asambleístas, o sea diputados y senadores que conformarán la Asamblea Legislativa Plurinacional y Folklórica, a quienes desde ese día habrá que llamar “honorables”, título al que muchos de ellos no están aún acostumbrados.

Sentado en medio del público, resulté al lado de muchos asambleístas que recibieron sus credenciales; al retornar uno del estrado con la credencial que le temblaba en la mano, lo felicité con educación y le dije: “Felicidades, Honorable”, a lo que me respondió el elegido del pueblo: “No sé por qué me llama usted Olorable, si esta mañana nomás me he bañado”, diálogo que preferí no continuar.

Concluida la parte formal, comenzó el intercambio de abrazos y felicitaciones, recordando que en 1962 (hace la friolera de 48 años) fui elegido diputado por el Partido Social Cristiano y al encontrarme en El Prado con mi colega diputado Augusto Céspedes, nos abrazamos y felicitamos, diciéndome don Augusto con su habitual sarcasmo:

“Yo no sé por qué nos felicitamos si somos hijos del mismo fraude”.

Yo no sé por qué recuerdo esas tonterías cuando ahora vivimos en tiempos de cambio, aunque no cambia nada, y ahora les cuento que permanecí en el auditorio del Banco Central codeándome con los diputados y senadores a cuya gran mayoría no conozco. Uno de ellos me creyó diputado por Achachicala (en aymara 'piedra vieja') al verme tan viejo y tuve que aclarar la situación: “Yo no soy diputado ni por Achachicala ni por Auquisamaña (en aymara 'respiracion de viejo', 'lugar de descanso de los viejos', 'asilo'), estoy aquí por equivocación pues pensé que seguían descargando monedas nuevas de 1 peso y 50 centavos fabricadas en Chile, y resulta que se trataba de la entrega de credenciales a los nuevos asambleístas”.

Ese momento, un fotógrafo en medio del gentío gritó: “Ruego a los senadores y diputados del Movimiento Al Socialismo levantar sus manos para sacarles una fotografía”. Comprobé entonces con horror que todos los asambleístas del MAS sabían ya levantar las manos con destreza. ¿Lo seguirán haciendo en sesiones en momentos de votar? Me pregunté con cierta angustia.

Ya en el momento de salir, un novel diputado originario me confesó con sinceridad:

“Una macana había siro esti asonto di las cridenciales, compañiro, en isti papil no dice siquiera cuánto sirá mi sueldo ni cuánto mi pagarán por cada ley estodiada y aprobada. Sonsira nomás es”.
Alguien deberá informarle mejor.

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