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Inquietud en los ministerios



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, Sábado, 16 de enero de 2010

La sabiduría política de mi comadre Macacha la trajo a la ciudad de La Paz desde la plácida Cochabamba y en un encuentro clandestino que tuvimos en el Café Rendevous del barrio de Villa Fátima me dijo: “Sabe usted, compadrito, la ciudad donde mejor se come es Cochabamba, pero los manjares políticos más suculentos se ‘cocinan’ en La Paz y es por eso que se llama ‘sede del gobierno’”.


Como soy lerdo de entendederas no “capté” la verdadera magnitud de su verdad y al ver mi cara de colla opa, mi comadre me explicó que en estos momentos se estaban negociando (en el buen sentido de la palabra) los cargos más importantes del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial y que por lo tanto yo debería estar muy bien informado acerca de esas conversaciones.


Como también soy bastante presumido, le dije a mi comadre cholita que ella no se hallaba muy capacitada para darme lecciones sobre periodismo, palabras torpes que la fastidiaron y que fueron respondidas así: “Tú habrás estudiado periodismo en España, pero no sabes lo que sucede en los círculos más íntimos del Poder donde yo entro y salgo cuando quiero y cuando me da la gana”.


Y luego de pagar ella la cuenta en el café Rendevous me llevó de la manito al Ministerio de Disparates sin hacer caso a la guardia policial que custodiaba el edificio ni a los empleados que le exigían la presentación de nuestras cédulas de identidad.


En un amplio hall de espera y mientras Macacha se introducía a todas las oficinas, conocí a una señora muy pituca que había sido la propietaria del apartamento que le había sido alquilado al señor Ministro. Ella me dijo confidencialmente: “Le cuento que le alquilé mi apartamento al señor Ministro, pero éste no me ha pagado hace cuatro meses y ahora me entero de que podrían cambiarlo dentro de pocos días. ¿Se da usted cuenta de mi preocupación?”. Tratando de tranquilizarla, le aseguré que su Ministro-inquilino sería ratificado por el presidente Evo porque como Ministro de Disparates lo había hecho muy bien y que ese Ministerio había sido el más productivo de todos.


Una secretaria muy guapa trabajaba frente a una computadora y al reconocerme como periodista me dijo: “Estoy preparando la carta de renuncia del señor Ministro y al mismo tiempo elaboro un informe completo de la acción gubernamental que cumplió mi Jefe en los cuatro años de labor en este Ministerio. Le cuento además que todos los empleados estamos temerosos de algún cambio y esperamos con angustia ‘el día de la movida’”.


Mientras yo me enteraba de los problemas humanos que se crean con el cambio de algunos ministros, mi comadre Macacha se había enterado de todas las movidas políticas que se realizaban alrededor del cambio ministerial que podría producirse en pocos días que no quiso decírmelos allí “porque había ropa tendida” y que me los diría en el Café Rendevous de la zona de Villa Fátima, adonde retornamos.


Allí fue donde Macacha me contó de la presión que ejercían grupos poderosos de algunos sindicatos: transportistas, carniceros, cocaleros y hasta contrabandistas. La cosa está que arde y hay orden de no aflojar.

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