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No me gusta trabajar



© by Paulovich



La Paz - Bolivia, Sábado, 1 de mayo de 2010

Un periodista debe ser sincero y veraz con sus lectores y es por ello que hoy 1 de Mayo, Fiesta del Trabajo, declaro solemnemente ante el planeta Tierra, en pleno uso de mis facultades mentales y sin haber sido presionado, que no me gusta trabajar y que si rindo mi homenaje al Día del Trabajo es porque hoy no se trabaja.

No asistiré a ninguna manifestación pública ni en favor ni en contra del Gobierno, tampoco desfilaré por las calles con el Sindicato de la Prensa, ni con el Sindicato de Maridos Oprimidos, ni con la Confederación de Contrabandistas, ni con la Confederación de Propietarios de Quioscos, ni con la Asociación de Vendedores de Coca prensada, ni con la Confederación de Yatiris, Brujos y Adivinas (Sector Malena), ni con los “Sin Techo”, ni con os “Sin Lote”, ni con los “Sin Chola”.

Hoy practicaré mi deporte favorito, que es el rasquetbol y que consiste en rascarse, deporte viejo que podría ser pasión de multitudes pero lamentablemente no lo es porque no es un espectáculo público y generalmente se practica en privado, aunque algunos privilegiados lo practican en público pero en forma disimulada y de acuerdo a la etiqueta social para no vulnerar la moral pública.

Este bello y sano deporte del rasquetbol es tan antiguo como el hombre pues lo practicaba Adán en el Paraíso Terrenal antes de que Eva, la primera mujer, lo tentara, celosa de que su hombre fuera feliz rascándose todo el día porque no necesitaba trabajar.

Ustedes conocen muy bien el relato bíblico y saben que Jehová expulsó del Paraíso a nuestros primeros padres y condenó a Adán a trabajar la tierra para obtener su sustento y el de su mujer. Ese momento inventa Dios el trabajo castigando al hombre por su soberbia. Pero el rasquetbol siguió existiendo y los hombres practicaron ese deporte maravilloso a través de todas las edades, las culturas y las civilizaciones, hasta llegar a la actual donde los hombres más exitosos encuentran la felicidad en “la cultura del ocio” que es la apoteosis de la felicidad porque puedes jugar al rasquetbol sin que nadie te ofenda, ni te insulte ni te denuncie como vago, ocioso y malentretenido.

Muchísima gente gusta de este viril deporte, desde los dirigentes sindicales declarados “en comisión” hasta muchos parlamentarios del oficialismo que forman parte de la Asamblea Legislativa del Estado Plurinacional, Multicolor y Folclórico. Son los que están jugando al rasquetbol en sus curules hasta que llega el momento de votar y entonces dejan de rascarse para levantar la mano; pasada la votación vuelven al rasquetbol.

Otro sector donde se practica el rasquetbol de manera inteligente y apasionada es el de la diplomacia que podría llamarse el Rasquetbol Internacional. Muchos diplomáticos bolivianos en el exterior juegan este bello deporte con rasquetbolistas de otros países en medio de cócteles, recepciones y cenas de gala.

Quisiera proporcionar algunos reglamentos para la práctica de este deporte porque no es cuestión de rascarse y rascarse como hacen algunos amigos míos, pero lo haré en otra oportunidad.

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