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Comenzaron los festejos

PAULOVICH © 2009 by Paulovich 04/08/2009

De acuerdo con la disposición de las autoridades prefecturales procedí al embanderamiento de mi casa y coloqué una bandera tricolor en mi puerta para que La Paz no pierda su carácter aldeano tan simpático con banderitas en todas las puertas y tiendas. Cuando me hallaba realizando esa patriótica tarea, vino mi esposa para avisarme que me habían llamado por teléfono desde Alemania y acudí presto para no hacer esperar a mi tía Clothilde.

—Hola sobrino Von Paulus Huanca, hablas con tu tía Clothilde von Karajan Quiroga.

—Tía querida, en este momento me encontraba colocando una banderita tricolor en la puerta de mi casa porque comienzan los festejos patrios, ¿tú celebras el 6 de agosto en Alemania?

—Esta mañana estuve ensayando nuestro Himno Nacional y cuando repetí por quinta vez el estribillo de moguig antes que esclavos vivig, vino un policía alemán y me preguntó quién me queguía matag o arrebatag mi libegtad y no supe qué contestagle.

—¡Cuánto me alegra saber que sigues siendo boliviana en medio de tantos alemanes y que te sigas acordando de la letra de nuestro Himno Nacional!

—Clago que me acuegdo, sobrino, y guecuegdo el himno a Cochabamba ¿Cuál es tu programa de festejos, queguido sobrino?

—Estoy tratando de viajar mañana a Sucre, capital de la República, pero no encuentro pasajes aéreos porque el Presidente, el Vice, todos sus ministros, viceministros, senadores y diputados, además de sus asesores extranjeros e ilustres coladores están viajando para escuchar el mensaje presidencial del 6 de agosto.

—Pego tú, sobrino, egues peguiodista y debes estag allí paga un acontecimiento tan impogtante.

—Es que también van a Sucre un número increíble de policías para proteger la seguridad del presidente Evo y también van campesinos y dirigentes del MAS para cuidarlo de cualquier atentado.

—Si viajagas ¿Dónde te alojaguías…?

—Como viajaría con mi esposa, sólo podría alojarme en el manicomio Pacheco, donde tengo muchos amigos, sobre todo entre los loquitos que todavía recuerdan mi paso por ese establecimientos de salud.

—¿Estuviste integnado alguna vez en ese famoso manicomio?

—Claro que sí, querida tía, cuando yo era joven me vino un ataque surtido de locura por culpa de una negrita flaquita, ¿es que no te acuerdas de una kaspichakisita?

—No la guecuegdo, sobrino. ¿Así que tu esposa y tú se alojarán en el manicomio?

—Así es, tía Clothilde, y después viajaremos a Oruro para ver la gran parada militar y campesina.

—No entiendo, sobrino, ¿por qué desfilan juntos los guegimientos militagues y los oguijinaguios?

—Es lo que inventaron los masistas, parecería que es mejor que desfilen juntos y no separados. Yo también desfilaré con los Ponchos Rojos de Achacachi.

—Vete al Kagajo, sobrino, te lo dice tu tía Von Karajan Quigoga.

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