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¡Viva el voto comunitario!



© by Paulovich


w 27/08/2009

Señoras y señoritas de la alta sociedad de la ciudad de El Alto (a 4.000 metros de altitud) me enviaron una solicitud para que reanudara mis clases de tango en mi academia Malena, pedido al que accedí enternecido y con la ilusión de contar entre mis discípulos tangueros al señor Patana, dirigente vecinal de esa gran ubre, perdón, urbe alteña.

Al concluir mi clase de reinauguración me encontré con mi amigo el yatiri Titirico, quien me aseguró haber sido designado por el presidente Evo y su acompañante de fórmula, Alvarín, asesor de la campaña electoral que llevará al triunfo a la histórica pareja.

Como en esta época electoral se utilizan mucho los abrazos, los obsequios y las invitaciones, el yatiri me abrazó y me invitó un quemapecho en el naiclú Malena, invitando también a varias señoritas componentes del elenco estable del local, viniendo también su colega el yatiri Calimán Mamani. Al iniciar nuestro diálogo me preguntó por quién votaría en las elecciones de diciembre, respondiéndole que el voto es secreto, a lo que replicó el brujo andino: “Eso será así en las democracias neoliberales, pues el voto secreto no existe en las culturas originarias de Bolivia donde el voto es cantado y si no quieres revelarlo a los demás te hacen cantar apretándote los dindirindongos hasta hacerte gritar por quién votarás”.

Semejante revelación fue confirmada por el otro yatiri Calimán Mamani y yo llevé mis manos a mis dindirindongos para protegerlos pues me niego a desvelar la naturaleza secreta de mi voto.

El yatiri Titirico lamentó mi ignorancia acerca de las culturas originarias y le dije que yo no tenía la culpa porque no existen documentos históricos donde aprenderlos y todo nos ha llegado por tradición oral hasta que los cronistas españoles y americanos nos enseñaron algo del Imperio de los Incas, permaneciendo las culturas anteriores como la aymara y otras en el mundo del misterio o de la imaginación.

El brujo andino Titirico y su colega Calimán se calentaron y a gritos trataron de convencerme de que en la cultura aymara no existe el voto individual y secreto y que su democracia se regía por el voto comunitario. Yo también me calenté y les dije a mis interlocutores: “Eso me parece una barbaridad porque eso significa que esos pueblos desconocían la dignidad de la persona humana dotada por Dios de inteligencia y libertad y convertía a los aborígenes en recuas de llamas o en rebaños de ovejas, imponiéndoles el voto comunitario”.

Los yatiris callaron por unos instantes para luego hacerme conocer que el dirigente alteño señor Patana había resuelto no permitir en esa ubre, perdón, urbe alteña la presencia de candidatos opositores al binomio Evo-Alvarín porque no somos griegos, ni ingleses ni norteamericanos para hacerlo y que la cultura aymara es la nuestra y enseña el voto comunitario. Sin embargo y protegiendo mis dindirindongos salí gritando: “¡Viva el voto comunitario!”.

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