La Noticia de Perfil™ •

Evo asistió a la misa



© by Paulovich


w 3:56 19/08/2009

¡Milagro, milagro! Comenzaron a gritar las cholas de Quillacollo al conocer la noticia de que el presidente Evo había ingresado en el templo de San Ildefonso y que se encontraba arrodillado ante la imagen milagrosa de la mamitay de Urkupiña. Al escuchar esos gritos dejé inmediatamente a mi pareja, con la cual ensayaba los nuevos pasos de la Cumbia cochala, para averiguar qué había sucedido, pues la gente corría en diferentes direcciones presa de la histeria colectiva que se había desatado.

Ante el riesgo de morir pisoteado por el desborde multitudinario, mi pareja me levantó en sus brazos y me manifestó emocionada: “Como eres tan chiquito, podrías caer y morir pisoteado por esta muchedumbre de cholos enloquecidos”. Sin saber lo que había sucedido, todos se unían al grito de “¡milagro, milagro, la Virgen ha realizado su primer milagro!”.

Como no soy ninguna wawa, me deshice de los brazos protectores de la chola que había sido mi pareja y me puse a buscar a mi esposa para comunicarle que la Virgen de Urkupiña había realizado su primer prodigio y al mismo tiempo proteger a la española de esta avalancha humana que desbordaba las calles y callejones de Quillacollo.

En medio de esa mar bravía que se había desbordado por el pueblo, yo gritaba desesperado: “¡Milagro, milagro, mujercita mía, no salgas del hotel porque la muchedumbre está enloquecida y todos corren en diferentes direcciones y se empujan, las cholas contra las cholas, y luego se abrazan y se besan, repitiendo ‘¡milagro, milagro, la mamitay de Urkupiña acaba de realizar su primer milagro público!’”.

La marea urbana, en su carrera loca y febril, tiró por los suelos diez grandes peroles de chicharrones que hervían bullentes en su propia grasa y miles de trozos del delicioso chicharrón corrían a los pies del enloquecido gentío y nadie se atrevía a levantar una sola pieza del afamado chicharrón quillacoleño, pues sería arrastrado por esos ríos turbulentos de cholos cochabambinos locamente enfervorizados al saber que la Virgen de Urkupiña había realizado su primer milagro público en este nuevo aniversario de su santo. Y la voz rugiente de esa masa humana seguía gritando: “¡Milagro, milagro!”. Mientras a su paso eran quebradas enormes tinajas de chicha que corrían por las calles y avenidas de Quillacollo formando un río turbio parecido al Choqueyapu, y todos gritábamos: “¡Milagro, milagro!”. Hasta que la riada humana me dejó maltrecho pero conmovido en mi fe católica en las puertas del hotel en el que me hospedaba.

Fui atendido solícitamente por mi esposa y por algunos médicos que me examinaron y me dieron a beber algunos tranquilizantes. Cuando me repuse, pregunté a las personas que me rodeaban acerca del milagro público que había realizado la Virgen de Urkupiña, explicándome mi esposa con voz tranquila y pausada: “No ha sucedido nada extraordinario, sólo que el presidente Evo ingresó en el templo para pedirle a la Virgen de Urkupiña que le ayude a ganar las próximas elecciones presidenciales. Eso fue todo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
___________________________________________________________________
Copyright © 2006 – 2011 by Alfonso Prudencio Claure