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La legión de Loyola

PAULOVICH © 2009 by Paulovich 31/07/2009


Hoy es el día de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, una de las congregaciones religiosas más importantes de la Iglesia Católica porque difundió por Europa, Asia y América un nuevo tipo de espiritualidad acomodada a los tiempos de la Historia y es por ello que es vieja y siempre nueva.

Soy jesuita sin ser cura desde que era niño y… en el viejo colegio San Calixto donde aprendí a cantar aquellos versos inolvidables de bajo tu manto sagrado mi madre aquí me dejó… dedicados a la Virgen María, canción que entonamos los niños de entonces cuya lista comenzaba con los apellidos de Alarcón, Alípaz, Arce Gastón y Arce René, pasaba por Ballivián, Bazoberry y Bedoya Fernando, continuaba por Ergueta Carlos, Ergueta Guillermo, mientras mi memoria rompe el orden alfabético y recuerda a Ramírez, Salazar René, Salazar Adolfo, llega a Tarifa y Tavel, Prado Antonio, Prado Fabio y se encuentra con Lucho Montero, Raúl Quiroga y Jorge Novillo, Guerra Alfredo, Guzmán Galarza Mario, Viaña Mario, Peralta y Zelada Julio, abrazando a Juanito Leyes, Gustavo Mercado, Edwin Rodríguez y Perico Valdivia, Armando Cardozo, Juan Goitia, Carlos H. Diez de Medina, Marcial Machicado y Luis Granier.

Esos y otros que olvido somos los calixtinos de entonces que esta mañana cantaron junto a mí las primeras estrofas del Himno a la Compañía de Jesús que dice: Fundador, sois Ignacio y General de la Compañía Real que Jesús con su nombre distinguió. La legión de Loyola con el fiel corazón, sin temor enarbola la Cruz por pendón… etc.

Alguien me dijo que la amistad más verdadera se forja en la niñez, edad que no conoce intereses ni ambiciones personales y me adhiero a esa verdad, cuando hoy evoco a “los chicos del curso” del colegio San Calixto dirigido hasta hoy por sabios jesuitas que un día se alistaron en esa Compañía de Jesús con espíritu apostólico y militar que le imprimió San Ignacio de Loyola.

Esta evocación me obliga cerrar los ojos y recorrer el viejo colegio situado en la calle Jenaro Sanjinés y encontrarme con el hermano Lino Martínez, suave y bondadoso; el hermano Gerardo y el hermano Tortosa, a quien reemplazó el hermano Rosillo, fuerte y batallador; el hermano Ruiz; el hermano Fariñas y el hermano García. Tuve el privilegio de haber sido alumno del sabio padre Descotes, fundador del Observatorio de San Calixto que hoy sigue siendo el más importante del país y hasta hoy suena en nuestros oídos y almas la voz de un buen filósofo y gran predicador, el padre Galiño Lago, y también debo nombrar a eminentes profesores civiles, como los profesores Tapia y don Alfredo P. Arias profesor de Física y el inolvidable profesor de Educación Física don Roberto Soto, junto al profesor don Antonio Pastor y a mister Arturo Hirch.

Esos personajes moldearon mi niñez, pero hay otros sacerdotes jesuitas que hicieron historia en el país, como el padre Luis Espinal S.J., a quien asesinaron por justiciero en tiempos de injusticias; el P. José Gramunt, Premio Libertad 2009, y el padre Eduardo Pérez Iribarne, a quien los niños pobres y deportistas le deben mucho. Personajes diversos, almas distintas y todos hijos de Iñaki de Loyola.

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