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Un ciudadano atrevido



© by Paulovich


w 3:56 20/08/2009

Hace dos días aún me encontraba en Quillacollo bailando en una kacharpaya (léase despedida) de la fiesta folklórica de Urkupiña cuando una chola cochabambina vino llorando hacia mí, y estrechándome en sus brazos me dijo con voz quebrada por el dolor: “¡Han atentado contra la vida de nuestro Evo!”, bañándome la cara con sus lágrimas.

Dejé a mi pareja en brazos de su marido y me lancé por las calles del pueblo para conocer la verdad de los hechos y sobre todo para defender el orden constitucional y democrático del Estado Plurinacional, Multicolor y Folklórico (antes República de Bolivia), enterándome de que el automóvil presidencial ya había partido con rumbo desconocido.

Hecho el Sherlock Holmes, saqué mi lupa para constatar las huellas digitales que pudieron haber dejado los autores del atentado y anoté en mi libreta las dimensiones de las huellas que dejaron en el barro las llantas vehiculares, sin obtener colaboración alguna de los testigos del gravísimo hecho que podría alterar la historia de Bolivia y tal vez de América Latina por la importancia política de nuestro Presidente.

Pregunté a algunos cholos quillacolleños si habían visto algunas figuras políticas del actual régimen antes y después del atentado presidencial, que me comunicó llorando aquella primera cholita que interrumpió mi baile, y nadie pudo prestarme información útil al respecto, retornando al lugar de la fiesta donde nos despedíamos de Urkupiña hasta el próximo año.

Allí encontré nuevamente a la cholita que me avisó del atentado contra el presidente Evo. Ahora la vi más tranquila, pues se me acercó sonriendo y me dijo: “Perdóneme que lo hubiera intranquilizado de tal manera al hablarle de que habían atentado contra la vida de nuestro Presidente, pues acabo de saber que sólo se trató de una agresión verbal que cometió un señor Larrea contra el Primer Mandatario, aunque algunos testigos dicen que aquél dio algunos golpes contra el vehículo”. Llevado de mi inquietud periodística pregunté a la cholita informante si ella sabía qué insultos había proferido el agresor contra nuestro presidente Evo, respondiendo la cholita que fueron epítetos duros pero irreproducibles por sus labios de honesta cholita.

Antes de embarcarme en el avión que me trajo de vuelta a La Paz me enteré de que el mencionado agresor Larrea había sido detenido por las autoridades de Vinto, las que ordenaron su encarcelamiento y que sería juzgado por atentar contra la vida del presidente Evo, aunque Larrea confesó previamente que había actuado “con unas copitas de más…”.

Un pasajero del avión me contó que en Cochabamba se repite mucho el refrán que dice: “los borrachos y los niños dicen siempre la verdad”, manifestándole que alguna vez yo corregí esa sentencia popular con un agregado mío que dice: “…siempre que los borrachos y los niños no sean mentirosos”.

1 comentario:

  1. D. Paulovich siempre es refrescante leer sus epistolas ya que las sigo desde mis tiernos ańos de juventud ya sea en el periodico o leyendo de pe a pa el diccionario del cholo paceńo, siga adelante que siempre habra gente que seguira su obra.

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