La Noticia de Perfil™ •

¡Que siga el baile!

PAULOVICH © 2009 by Paulovich

Esta mañana muy tempranito, y aprovechando que mi esposa dormía profundamente, alistaba mi vestimenta de auqui-auqui para intervenir en la Entrada Universitaria que recorrerá la ciudad de La Paz, acontecimiento folklórico que se convirtió en tradicional. Salí de mi casa sin ser visto por la española y me fui bailando hasta el lugar de concentración de los conjuntos folklóricos que alegrarían a nuestra población.

Al despertar, mi esposa se dio cuenta de mi desaparición del lecho conyugal sin haberle dado un beso en la oreja al despuntar el día; ella pensó que habían entrado ladrones en la casa y me habían robado pensando que yo tenía dinero, pero se tranquilizó al ver nuestro colchón intacto; luego las noticias de la radio la enteraron del suceso folklórico universitario.

Montó en cólera al imaginarme bailando sin un motivo religioso y luego montó en mi motocicleta Hardley Davidson para ir a buscarme en medio del gentío paceño que aplaudía con entusiasmo a los jóvenes de la Universidad de San Andrés, a quienes preguntaba si alguien me había visto, sin obtener respuesta afirmativa, pues encontrar a un marido tan pequeño entre los jóvenes danzantes equivalía a buscar una aguja en medio de un pajar, hasta que al fin pudo encontrarme bailando con los auqui-auquis, una danza que ironiza a los viejitos bailarines.

Me levantó en sus brazos, feliz de hallarme, y me preguntó por qué no le había comunicado mi decisión de bailar en esta hermosa Entrada, respondiéndole que lo había decidido a última hora ante la imposibilidad de refrenar mis ansias de bailar, una típica pasión boliviana que se acrecienta con el tiempo y con los problemas que afrontamos los bolivianos.

Ante su faz descreída, traté de explicarle: los bolivianos bailamos por necesidad y aunque sabemos que bailando nos iremos a la eme, preferimos hacerlo bailando.

Ella comenzó a entenderme y me dijo: “Hay algo extraño en los bolivianos que los empuja fatalmente al baile y ya me sorprendió cuando supe que hace pocos días bailaste, el 16 de julio, en honor a la Virgen del Carmen por las calles de la ciudad de El Alto. ¿Qué necesidad tenías de bailar en esa festividad, si sabías que también tu extraño destino de bailarín folklórico también te llevaría a bailar ante el Evo Morales en el estadio de Miraflores y después también bailarías en la verbena de la plaza Villarroel saludando al bicentenario de la revolución paceña?

Quise pensar en un extraño embrujo que nos impele a bailar hasta la extenuación para tratar de olvidar nuestras desdichas y desventuras políticas y así sería que cada vez bailamos más mientras mayores son nuestras frustraciones.

Quise explicarle a la hispanohablante mi ansiedad boliviana de vivir siempre bailando, pero al recordar que dentro de pocos días un ángel fatal me conducirá a Urkupiña para seguir bailando, preferí callar, aunque seguí bailando por las calles de La Paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
___________________________________________________________________
Copyright © 2006 – 2011 by Alfonso Prudencio Claure