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En el día de los viejitos



© by Paulovich


w 28/08/2009

Se celebró con varios actos de homenaje, mensajes y notas periodísticas el día del Adulto Mayor eufemística expresión que designa con cierta piedad y elegancia a nosotros los viejos, los ancianos, los k’aibos, los vejetes y los achachis. Quise festejar mi día pero no tuve tiempo para hacerlo debido a mis múltiples actividades.

“Felicidades, viejito”, me dijo mi esposa al despertarme en ese simpático día, respondiéndole con voz recia y clara: “No soy viejito, sino bastante usadito”, llevando sus manos a mis bíceps para que pudiera comprobar la dura musculatura de mis k’ututus ejercitados desde mi juventud en lides atléticas y pugilísticas en el barrio Norte de La Paz. Luego la levanté en mis brazos, hice tres flexiones con su cuerpo en alto para arrojarla después encima de mi ropero, ordenándole que no bajara hasta que yo no volviera del cuarto de baño, adonde me dirigí a recibir mi ducha de agua fría. Todo eso por haberme dicho al despertar “felicidades, viejito”.

Cuando salí a la calle para dirigirme a mi quiosco situado en las cercanías de la Buenos Aires Avenue, mi esposa, que es mucho más joven que yo, me condujo en mi motocicleta Hardley Davidson y al pasar por la famosa avenida nos tropezamos con una cuadrilla de trabajadores municipales que aún cubrían algunos baches en la recién pavimentada arteria, y les grité desde mi moto: “¡Cuadrilla de ‘maletas’ que demoraron más de un año en pavimentar la avenida!”, siguiendo raudos hacia mi quiosco.

Sin ayuda de nadie, saqué de mi depósito una tonelada de ropa usada y la distribuí entre mi quiosco y otros puestos callejeros que funcionan bajo mi gerencia general.

Mientras hacía números en mi quiosco vino a entrevistarme una joven colega de una emisora local, preguntándome si yo pensaba jubilarme o pensaba internarme en un asilo de ancianos. Mi respuesta no se dejó esperar: “Tengo buenos proyectos para los años venideros, entre ellos: instalar un supermercado de ropa second hand para asegurar la subsistencia de mi familia, volver a editar mi periódico Achacachi Times, convirtiéndolo en Órgano Oficial de los Ponchos Rojos; ingresar a trabajar en YPFB convirtiendo a esa benemérita institución en IPFB sigla, que significaría Importadora de Petróleos Líquidos para los Bolivianos, y organizar también una Fundación Benéfica que llevará el nombre de don Santos Ramírez”.

“Como todavía me quedará tiempo libre seguiré escribiendo para varios periódicos importantes del país, reeditaré alguno de mis libros y publicaré uno nuevo para reivindicar la personalidad del presidente Evo”.

Como todavía tendré tiempo disponible, seguiré dando clases de tango en mi Academia Alteña Malena, además de seguir preparando técnicamente a los jugadores infantiles del club Bolívar.

Ésos son los planes de este adulto mayor para los próximos años.

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