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Entrevista con el Diablo



© by Paulovich


w 23/08/2009

El jueves pasado se realizó el acto más “importante” de todos los que tuvieron por escenario a la plaza Murillo en la ciudad de La Paz: la concentración de las más importantes diabladas para confirmar ante el mundo que la diablada es boliviana y que las otras diabladas que aparecen en el exterior del país son meras imitaciones.

Hubo discursos de historiadores y también de aficionados y me hice presente en el lugar por estar convencido de que la auténtica diablada es boliviana y de que el diablo verdadero vive en Bolivia durante largas temporadas y se siente feliz en nuestra tierra, a tal punto que muchas veces exclamamos con naturalidad: “¡Esto es un infierno!”, sobre todo en épocas o periodos llamados revolucionarios cuando “todo cambia” y no cambia nada.

¿A quién preguntar si la diablada es boliviana, o peruana, o chilena, o quién podría responderme mejor que el mismísimo Diablo, personaje que me persigue desde que yo era joven y que lo sigue haciendo hasta ahora, aunque cada vez con menor asiduidad e intensidad? Me di a la tarea de buscarlo en la plaza Murillo y ya podrán imaginar lo difícil de mi tarea al ver la plaza llena de diablos, lo que me obligó a preguntar por el siniestro personaje en algunos edificios principales del entorno.

Ingresé en el Palacio de Gobierno y pregunté a uno de los guardias: “¿Podría usted decirme si aquí se encuentra el Diablo…?”. El guardia me explicó que en el Palacio no vive ningún Diablo, aunque a veces visita el lugar, aconsejándome que pregunte por él en la Casa Presidencial, o en el Palacio de Miraflores en Caracas; también me sugirió que volviera a preguntar un día que se reúna el Consejo de Gabinete.

Una cholita que oyó nuestra conversación me dijo amable y sonriente: “Si quieres ver y hablar con el verdadero Diablo debes buscarlo al frente, en el Palacio Legislativo”.

Allí me encontré cara a cara con don Álvaro García Linera, quien al ser preguntado dónde podría entrevistar al Diablo en este día especial para la diablada me respondió: “Yo soy el Diablo mayor de todas las diabladas bolivianas”. Quise decirle mucho gusto de conocerle, pero mi Ángel de la Guarda me dijo en la oreja: “No le des la mano porque podrías quemarte”, por lo que sólo le hice una venia.

En la conversación que sostuvimos me habló de Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, de Marx y Engels en una erudita ensalada, pero lo que más preocupó fue cuando me dijo: “Soy un entusiasta propulsor del padrón biométrico que nos permitirá unas elecciones sin fraude, pero tengo noticias de que su labor se realiza muy lentamente y si ésta no concluye satisfactoriamente hasta el 30 de septiembre no nos quedará más remedio que utilizar el padrón mixto, o sea utilizar también el viejo padrón”.

Me lo dijo tan suave y dulcemente que no pude menos que pensar: “Este señor es el Diablo boliviano más auténtico que los diablos que están bailando en la plaza Murillo”.



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