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Hoy, gran parada gran

PAULOVICH © 2009 by Paulovich 07/08/2009

¡De frente, con compás, marche! Me ordené con voz sargentona dirigiéndome desde el manicomio Pacheco, en la ciudad de Sucre, hasta la capital del folklore boliviano, la histórica Villa de San Felipe de Austria, la ciudad más próxima a Orinoca, coqueta población a la cual llamarán los historiadores del siglo XXI “la cuna del fundador del Estado Plurinacional, multicolor y folklórico” (ex República de Bolivia).

Cual valiente cruzado, llegué hasta la encrucijada caminera en pos de un caballo blanco que me había ofrecido el mariscal Walker San Miguel y que había sobrevivido a la batalla del Bicentenario que se libró entre Patacamaya y La Paz, pero el corcel no llegó y tuve que montar en una flota llena de cholas que se dirigía a Oruro, donde se realizaría la demostración bélica más avanzada de los últimos tiempos pues, sin secreto militar alguno que pudiera valer, desfilarían las Fuerzas Armadas y folklóricas más aguerridas del ALBA (Alianza Bolivariana de la Liberación Americana).

Las cholas coquetonas que se dirigían a admirar los bronceados pechos velludos de los guerreros bolivianos quedaron absortas ante la presencia de un guerrero de verdad y comenzaron a cuchichear preguntándose unas a otras: “¿Será acaso un cosaco, o tal vez un Talibán llegado de Afganistán, o un terrorista suicida que acaba de llegar de algún país musulmán…?”. Yo las miraba displicentemente hasta que la más audaz de las cholas, seguramente cochabambina, se atrevió a dirigirme la palabra diciendo: “Señor Coronel, ¿es usted acaso un militar venezolano o uno de los nietos de Camilo Cienfuegos?”. Las miré con altanería y no respondí, hasta que la valerosa chola me dijo: “¿De qué arma es usted?”. Quise decirle que soy de arma corta pero preferí callar, que es lo que hace un buen militar ante el enemigo.

Bajé de la flota cuando llegamos a Oruro y traté de encontrar el estandarte de la gloriosa unidad militar a la que me honro en pertenecer para incorporarme a sus filas que intervendrían en la colosal parada militar y campesina tan parecida por casualidad a los desfiles de soldados y campesinos en épocas del glorioso Mao Tse Tung.

En mi ansiosa búsqueda hallé varios regimientos que me llamaron la atención, como el glorioso “Regimiento de Pagadores del Bono Juancito Pinto”, y este otro que me pareció pintoresco: “Regimiento de Panaderos 1.° de Marraquetas”, formado para ayudar al Gobierno actual cuando los panaderos subieron el precio del producto. Y el más moderno de todos, que ostentaba el glorioso nombre de “Regimiento de Pagadores del Bono Madre-Niño”, todos organizados por el infatigable Mariscal Walker San Miguel, ministro de Defensa, uno de los geniales organizadores de esta gran parada gran.

Menos mal que al fin pude encontrar mi unidad gloriosa “Negritos Tamboreros del Colegio Militar”, mientras mis amigos del Batallón “Los Ponchos Rojos” me llamaban para marchar con ellos, mejor, delante de ellos.

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